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Honorato López Isla - Madrid

Fundador del grupo energético Smartener, propietario de Cedie y Bodegas Godeval, ex vicepresidente y ex consejero delegado de Unión Fenosa y ex presidente de R

“Compré Cedie porque tenía la preocupación de que pudieran deslocalizarla o cerrarla”

Honorato López Isla (Santa Cruz de O Bolo, Ourense, 1947) es un referente a nivel nacional e internacional como directivo, gestor, inversor y empresario. Tras una larga y brillante carrera profesional en Unión Fenosa, compañía en la que permaneció 37 años, desde su ingreso en 1972 hasta 2009, meses después de la integración en Gas Natural, comenzó a forjar con la misma tenacidad de siempre su actual faceta de empresario. En Unión Fenosa escaló desde la subdirección de sistemas de información y telecomunicaciones hasta la cúpula directiva, en la que ejerció los cargos de consejero delegado y vicepresidente. En 2010, poco después de que Gas Natural se hiciera con el control de la eléctrica gallega fundada por Pedro Barrié de la Maza, creó su propia empresa energética, Smartener, que ya tiene estructura de grupo empresarial y que suma activos de generación en España y en Latinoamérica. Actualmente tiene operativos 200 MW en eólica y opta a otros 225 MW eólicos en Galicia y a 200 en México (en el país azteca está a punto de inaugurar un parque eólico de 84 MW). Y en hidráulica dispone de 18 MW en Perú. Hace dos años, Smartener adquirió Eólica Galenova a la entidad financiera Abanca. Más allá del sector energético, Honorato López Isla ha sido presidente e impulsor de la tecnológica R y consejero de Indra. Fue uno de los pioneros en apostar por el potencial del vino godello en Valdeorras, su comarca de origen familiar, en donde fundó Bodegas Godeval. Y también en su “rincón” ourensano acaba de convertirse en industrial con la adquisición de la compañía de suministros siderúrgicos Cedie, que perteneció a la cartera industrial de Unión Fenosa. López Isla es ingeniero de caminos, canales y puertos por la Escuela Técnica Superior de Madrid y graduado en alta dirección por el IESE.

Texto: Javier de Francisco ©

Después de 37 años de vinculación a Unión Fenosa, usted apostó por estrenarse como empresario fundando la energética Smartener. ¿En qué fase de desarrollo están sus proyectos, incluidos los del sector eólico en Galicia?

En efecto, cuando salí de Unión Fenosa constituí una sociedad que se llama Smartener. Me apetecía hacer cosas ya como empresario directo, con mis propias inversiones y las de otras personas que me acompañaron, pero del mundo profesional, no de fondos de inversión u otros capitales. Y evidentemente, ¿en qué iba a invertir? Pensé que lo debía de hacer en lo que yo conocía, que era el mundo de la energía. Y sí, tenemos unos emplazamientos eólicos en Galicia pendientes de desarrollar, pero fundamentalmente lo que hemos hecho son algunas cosas fuera. Primero una central hidráulica en Perú, después unos parques eólicos en Uruguay y ahora estamos con otros en México. Y por supuesto, pensando en desarrollar los proyectos que tenemos en Galicia.

¿Cuántos megavatios espera promover en esta comunidad?

Tenemos unos emplazamientos que son anteriores al concurso de la Xunta y otros que son del concurso de la Xunta, y que suman 225 megavatios. No hemos ido a las subastas que se celebraron a nivel nacional, porque no estábamos en el momento para ir, pero aprovecharemos alguna oportunidad posterior o a lo mejor iremos directamente al mercado. Unas ubicaciones están al noroeste de Santiago, a unos 30 kilómetros de la capital gallega; allí tenemos un grupo de ellos. Y después contamos con otro grupo en el Paraño y con otros en la zona de Xinzo de Limia. El promotor es Smartener. De momento vamos solos, pero no estamos cerrados a ir con otra sociedad, porque es un paquete bastante fuerte para nosotros. Lo hacemos a través de una sociedad que se llama Galenova, y que en su día fue de Caixanova. Para financiar estas promociones las entidades financieras exigen que hagas empresas especializadas en cada uno de los proyectos de forma individual, para utilizar la figura de lo que se llama project finance (financiación de proyecto). Esas empresas que tenemos en cada parque son las que realmente facturan. Smartener lo que hace es ser la gestora del conjunto de inversores. Es la cabecera de esa serie de empresas.

El abanico de sociedades ya es grande dentro y fuera de España: Fuerza y Energía Limpia de Yucatán, Maldonado Renovables, Río Doble, Eólica Galenova, TH Eólica, Rede Ártabros...

Esas son las empresas que fuimos formando para desarrollar los parques. Constituimos en España empresas cabeceras, que son las que tienen la propiedad de las sociedades que se desarrollan en el exterior. Ahí está Río Doble, que es la que tiene la propiedad de la central hidráulica en Perú; está Maldonado, con los parques de Uruguay; y se encuentran otras que hemos formado como propietarias de los parques en México. Son tenedoras de los capitales de esas compañías, pero las actividades están en esos países.

 

Parque eólico de Maldonado Renovables

Entre Galicia y el exterior, ¿cuántos megavatios suman ya de potencia instalada?

Ahora mismo ya tenemos unos 200 MW operativos. Justamente está entrando en operación el último parque en México (diciembre de 2018). Y como proyectos tenemos emplazamientos, que no quiere decir que todos se vayan a realizar; así contamos con 225 MW, que son los de Galicia, y aproximadamente con otros 200 MW en México como emplazamientos que se puedan desarrollar. Como decía, en México está entrando un parque de producción, que se encuentra montado al 95% y que terminaremos a finales de este mes. Tiene 75 MW y luego haremos una pequeña ampliación de algo más de 8 MW.

Otro de sus negocios es la promoción inmobiliaria. ¿Cómo entró en Fergo Galicia?

Es una vinculación que nace tras mi salida de Unión Fenosa. Fergo es una empresa familiar que fue fundada en su día por un gran empresario y una gran persona que fue Faustino Fernández. En su última etapa me pidió si podía tomar una participación y así colaborar con sus hijos en la gestión de la compañía. Así que sí, tengo un porcentaje de Fergo Galicia. Bueno, de hecho soy el presidente de la compañía, pero no ejecutivo.

 

¿Seguirán concentrando proyectos en la zona del Mediterráneo?

Básicamente Fergo siempre se movió en Galicia en distintos frentes, si bien la compañía tiene un proyecto en Alicante de bastante importancia para la empresa.

Además, usted acaba de protagonizar una operación corporativa en el sector industrial en su propia comarca de origen, en Valdeorras, con la compra de la histórica Cedie. ¿Qué le ha llevado a realizar esta inversión?

Sí, hace poco hemos comprado Cedie. Ya sabes que desde hace tiempo Gas Natural Fenosa, ahora Naturgy, tenía intención de vender Cedie, porque realmente es un negocio para ellos muy pequeño, y que además no estaba en la estrategia de la compañía. Yo creo que tenía una preocupación y es que seguramente por la ubicación de Cedie, que está lejos de los mercados e incluso de los puntos de suministro, recibió ofertas de multinacionales pero le preocupaba que la empresa pudiera salir de su emplazamiento, o sea, que se deslocalizase por esa razón. Seguramente la compraría una empresa grande y podría cerrar la factoría de O Barco. En Naturgy tenían esa preocupación y en un momento determinado comentaron conmigo el tema y me dijeron, yo no sé si ya con intención de si nosotros podíamos hacer algo de compra, que si yo conocía algún grupo de empresarios gallegos que pudieran adquirir esa compañía. Y la verdad es que en ese mundo en el que se mueve Cedie, que es de los productos destinados a la siderurgia, yo no conocía a nadie en Galicia que pudiera estar interesado en esta empresa, así que al final me pidieron que si yo podía hacer una oferta... Lo pensamos y le compramos nosotros la compañía. Formamos una sociedad para adquirirla que se llama Xagoaza Inversiones. Es la sociedad que tiene los accionistas y que compró el 98,7%, que es la parte de Cedie que pertenecía a Naturgy.

Xagoaza es precisamente la zona de Valdeorras en la que están sus antecedentes familiares. ¿La elección de ese nombre para su sociedad inversora indica que la compra de Cedie ha sido más sentimental que mercantil?

Ahí intervino un poco la razón y otro poco el corazón. Cedie es, y fue más, una sociedad muy importante en el Barco de Valdeorras. Yo la recuerdo de mis tiempos de niñez. Entre otras actuaciones sociales becaba a hijos de los trabajadores. Yo estudié allí en la academia de O Barco y muchos de mis compañeros estaban becados por Cedie; algunos llegaron a terminar carreras superiores. Entonces yo la recordaba y siempre tuve un contacto con lo que es Cedie. Porque anteriormente, antes de que Gas Natural comprara Unión Fenosa, esta empresa pertenecía a Unión Fenosa. Y claro, yo la conocía bastante bien y entraba dentro de las empresas que estaban dentro de mi responsabilidad. La verdad es que yo también tenía esa preocupación de que la empresa pudiera cambiar de emplazamiento, es decir, cerrar en el Barco y llevarse las actividades a otro sitio. Así que supongo que pesaron el interés de entrar en un nuevo negocio y el sentimiento de pertenencia al Barco de Valdeorras; supongo que las dos cosas.

¿Cuáles serán las prioridades de su plan estratégico para revitalizar Cedie?

Primero intentaremos optimizar y ampliar la actividad de Cedie en los mercados que ahora está sirviendo. En este momento tiene un producto básico, el Cedifil, que se utiliza para el desazufrado de los aceros; es un componente importante que vende a nivel nacional e internacional. Luego realiza otra actividad, de trading, que también tiene su importancia. Y por otro lado tiene participación en una de las pocas empresas que produce todavía carburo de calcio en España. El carburo de calcio era un producto que originalmente producía Cedie y que fue poco a poco desapareciendo del mercado. Ahora está concentrado básicamente en una empresa que se llama Carburo del Cinca. Cedie participa en un 20% en esta sociedad. Eso es lo que es Cedie en la actualidad. Queremos impulsar estas tres actividades, tratando de optimizar todas las operativas actuales. Y por otro lado estamos con la idea de intentar descubrir nuevos nichos de negocio, pequeños negocios incluso, en los que podamos participar y que pudieran impulsar la actividad empresarial e industrial del Barco de Valdeorras. Como bien sabes, es una zona el oriente ourensano que se encuentra en el extremo de Galicia y que no digo que esté olvidada a veces, pero sí en una situación difícil para competir. Esa es nuestra idea, encontrar ese tipo de negocio, encontrar gente, impulsar a determinadas personas que puedan tener alguna idea de desarrollo de negocio que pueda ser interesante e incluso compartir con ellos esa idea, impulsarla y desarrollarla conjuntamente.

¿Tienen que ser empresarios e inversiones con enfoque hacia la industria o hay cabida para otros sectores?

No, no tenemos cerrado nada. Tienen que ser naturalmente actividades que sean de bastante valor añadido, porque si no lo son, la distancia del Barco de Valdeorras de los mercados principales de Cedie haría muy difícil la competitividad de ese negocio. Ese es nuestro reto. Pero estamos empezando, de momento es muy pronto para ver resultados.

¿En qué consiste la línea de negocio de trading que acaba de comentar como una de las tres actividades principales de Cedie?

Es trading de materias industriales, de productos que Cedie compra. La compañía compra muchos productos para elaborar el Cedifil. Dependiendo de las características que quiere el cliente, Cedie hace ese producto y para eso tiene que comprar esas mercancías en mercados nacionales e internacionales, como China y la India. Eso le da a la empresa un conocimiento de esos productos y de esos mercados. Determinados clientes se interesaron porque nosotros se los gestionáramos directamente; es decir, para que los compráramos y se los vendiéramos a ellos. A partir de ahí aparecieron clientes del propio Cedifil y otros nuevos a los que les estamos facilitando esos productos de tipo natural e industrial que son necesarios para la industria siderúrgica, como las ferroaleaciones.

En 2013 y 2014 Cedie mantuvo su facturación en 25 millones de euros. ¿Continúa en ese nivel de ventas?

Sí, sigue teniendo una facturación de ese orden, del entorno de los 25 millones. Yo creo que Cedie pasó una situación de una evolución pequeña o plana, porque claro, al no tener una cabeza que tuviera una preocupación muy directa, por lo que antes decía, cuando se está en una situación en la que se quiere vender y además no está dentro de la estrategia de una compañía como Naturgy, pues claro, no digo que no les prestaran atención, pero la mantenían en una situación de stand bye, básicamente plana. Nosotros queremos cambiar eso, darle un impuso y ver si podemos crear más actividad. Además queremos incorporar algunas ideas, que aunque sean pequeñas no importa; nos gustaría contar con gente que tuviera iniciativas, gente de la zona o de fuera, pero sí que los proyectos se hicieran en Valdeorras. Ese es nuestro planteamiento; no es lo fácil, pero es el objetivo.

¿Qué crecimiento y qué nivel de ventas espera lograr en Cedie a medio plazo?

Bueno, esto es la carta de los Reyes Magos... Yo creo que como mínimo tendríamos que duplicar la facturación en el plazo de cinco años. Es un objetivo; si no se consigue es otra cosa, pero ese tendría que ser nuestro objetivo.

¿Está analizando nuevas oportunidades de negocio en Galicia? ¿Le tienta algún otro sector?

No, no, ya me llega bien. Yo soy lo que soy. He trabajado toda mi vida en una empresa, pero para otra empresa, no para mí. He sido y he vivido de un sueldo, mejor o peor, y he dedicado toda mi vida profesional a una empresa. Empecé a trabajar en Unión Fenosa y terminé trabajando en una compañía en la que una de sus partes importantes era también Unión Fenosa. Así que no me dediqué a otros negocios ni a otras actividades.

Sede de Gas Natural Fenosa en A Coruña

Su casa de toda la vida, la actual Naturgy, ha perdido su apellido gallego. ¿Cómo vive usted la pérdida de vinculación de su antigua compañía con Galicia?

Primero, una compañía como Naturgy está ahora en Galicia y estará toda la vida, porque la mayor parte de las instalaciones que tiene aquí y el desarrollo de red lo va a tener siempre. Y el servicio, se llame Naturgy o se llame cómo se llame, lo tendrá que dar en Galicia y estará condicionado por todo el mercado gallego. O sea, que esa parte no se perderá nunca. Otra cosa es el capital. El capital no es gallego o hay muy poco capital de aquí. Pero tal y como está el mundo, ¿de dónde es el capital de las empresas? Pues ni se sabe. Quizás en nuestra época, en la que estuve yo, quizás había gestores gallegos que manteníamos más esa vinculación con Galicia. También es verdad que existía cierto capital gallego de ciertos accionistas importantes, como fueron el Banco Pastor, Caixa Galicia y Caixanova, que han desaparecido del accionariado de la compañía. Bueno, de hecho tampoco existen como entidades financieras independientes. Abanca ya es otra cosa, y que yo sepa no tiene peso accionarial importante en la compañía. El mundo es así. Hoy no sé si es bueno o no, pero las compañías pasan de unos grupos de capital a otros con bastante frecuencia y a eso nos tenemos que acostumbrar. Es muy difícil ya mantener esa identificación del capital con la zona. Las empresas gallegas tienen que salir por el mundo; hacen su trabajo y hay muchas que generan su mayor parte de facturación fuera de Galicia, y sin embargo nadie les dice nada en esos lugares. Hoy el mundo no tiene fronteras empresariales y por lo tanto lo tenemos que ver de manera mucho más abierta.

A la izquierda, foto histórica del embalse de Belesar, Galicia

Y otra compañía que usted ha presidido, R, que llegó a contar con un excelente equipo de gestión encabezado por Arturo Dopico, también ha sufrido la misma pérdida de identidad gallega, al igual que Unión Fenosa...

R fue un ejemplo de compañía en todos los sentidos. Creo que fue tremendamente positivo para Galicia, porque gracias al apoyo de los accionistas y al equipo que tenía R, que era extraordinario, con Arturo Dopico al frente, y gracias a la identificación que consiguieron con Galicia y con todo el carácter gallego, el resultado fue en mi opinión de mucho éxito en todos los sentidos. Pero R precisamente por haber tenido esa situación consiguió que se hiciera todo el tendido de fibra óptica en Galicia y por la tanto despertó de una situación un poco dormida como estaba Telefónica y otras compañías el ánimo de que ellos también tenían que hacerlo. Y aunque fueran detrás hoy hay otros grupos que se vieron obligados también a tener que desarrollar redes de telecomunicaciones muy importantes en Galicia. Y ahí está, eso no se lo quita nadie a la comunidad gallega. Yo creo que tiene uno de los sistemas de telecomunicaciones mejores por supuesto de España y me atrevería a decir que de muchos países del mundo. Que ahora no está ni el capital gallego, que estuvo, ni están los gestores gallegos, que estuvieron, pues bueno, pues sí, a mí me gustaría más que fuera al contrario, pero es lo mismo que decía antes, el mundo es así y se mueve de esta manera. El capital gallego alomejor busca otros horizontes que no eran precisamente los de estar con entidades en Galicia. Y afortunadamente tenemos muchísimas empresas gallegas que tienen capital y gestores gallegos, y que desarrollan su actividad en muchos países del mundo. Yo creo que eso hay que verlo de forma positiva.

Usted ha compartido muchos proyectos y sesiones de trabajo con ex directivos de las Cajas gallegas que siguen viviendo un calvario judicial, con mayor castigo penal que en entidades de otras comunidades. ¿Qué sensaciones le producen esos procesos?

Es un final muy negativo. Evidentemente todas las entidades que he citado eran accionistas de Unión Fenosa y sus principales gestores eran consejeros de Unión Fenosa. Yo he estado sentado con ellos, y no digo que todavía hoy, pero en la última parte de mi vida profesional he tenido muchísima relación personal con Caixa Galicia, con el Banco Pastor y con Caixanova. Luego, a su vez, participaron también en nuestra iniciativa de R. Y sí que es triste y negativo. Lo que está pasando es triste. Juzgar las cosas vistas desde esta perspectiva es muy fácil, y no desde las perspectivas que en cada momento se vivieron. Juzgar a las personas en esas situaciones pasadas, a mí me parece que no es justo. Me entristece mucho, y más aún cuando esa situación es para directivos de Caixanova a quienes yo traté y conocí personalmente mucho.

Como experto en el sector energético, ¿por qué es tan caro el precio de la electricidad en España? ¿Puede realmente justificar cierres de plantas industriales como los que plantea Alcoa ahora mismo en Galicia y Asturias?

Ese es un tema complicado. Para la producción de aluminio se necesita mucha energía y muy barata. Alcoa siempre ha disfrutado de eso, de una energía muy barata, que también estaba regulada en las tarifas. Normalmente estas plantas de producción se han puesto en lugares en donde había recursos energéticos y que eran baratos; por ejemplo mucha energía hidráulica. Y España no es ese país. Yo creo que en aquel momento se pusieron estas plantas porque eran buenas para la industria y para el desarrollo empresarial español. Pero ahora esa situación es más crítica, porque la energía en España es más cara, ya que no tenemos energía primaria. La mayor parte de la energía la tenemos que comprar y dependemos mucho de los precios de afuera. Y las energías que no son fósiles, las renovables, incluida el agua, todavía suponen un porcentaje pequeño del suministro, aunque cada vez sea mayor, dentro de la demanda total de España. Por lo tanto es un tema complicado. Hay unas industrias que requieren para su funcionamiento seguir teniendo energía barata y un país que yo creo que cada vez está en menos condiciones de poder ofrecer esa energía barata. Y todo esto, además, dentro de un marco de competitividad muy controlado por la UE. En fin, que no se puede hacer cualquier cosa ahí. Es una situación que no sé cómo se podrá solucionar, pero es delicada.

A usted le ha tocado vivir en Unión Fenosa la etapa dorada de las energías renovables en Galicia y después el abismo y la incertidumbre regulatoria. ¿Por qué ha habido tanta agitación en el sector?

En realidad el sector no es tan agitado. El mundo de la energía debería moverse con una visión de largo plazo. Todos los movimientos cortoplacistas son preocupantes; pueden salir muy bien o muy mal. No son positivos. El problema para el sector es básicamente la regulación, el cambio de regulación, y ahí sí que se han producido movimientos que por utilizar tu palabra sí que han sido agitados. Partiendo de un impulso que en mi opinión tuvo una buena visión pero fue demasiado exagerado en el año 2005, con tecnologías que todavía no estaban totalmente maduras, sobre todo la solar, y con unos precios elevadísimos, se impulsó y se reguló de una determinada forma, muy muy positiva para el inversor, y se lanzó un plan de energías renovables en España que llevó más que al sector, a la propia tarifa eléctrica, a un déficit que se acercó a los 30.000 millones. Cuando esa situación se tiende a corregir, se hizo de una manera muy brusca y sin suficiente diálogo con los que habían invertido. Gente que había invertido porque primero fue impulsada por los sucesivos gobiernos y segundo porque las condiciones estaban puestas en el Boletín Oficial del Estado. Así que no podemos decir que la gente lo hizo mal, ni mucho menos. Luego se dio una modificación sustancial, con unos recortes muy fuertes, a los precios con los que se pagaban esas energías, y esto provocó una situación de crisis importante en el sector y en muchas empresas. Esto fue lo más negativo. La regulación va muy a saltos y en un sector como el energético eso nunca es bueno. En este momento lo positivo es que la tecnología ha madurado y aquello que teóricamente había que primar y que en mi opinión se primó en exceso, ahora es competitivo. Yo creo que estamos ante un buen momento para el sector. Hay que recordar que en la energía solar, que distaba mucho de ser competitiva, se llegó a pagar el kilovatio seis veces el precio del mercado, seis veces... Y hoy es competitiva a precios de mercado. Pero claro, han pasado muchos años y ha madurado y hay ofertas que son muy competitivas, cuando se ponen en sitios con radiación óptima, igual que las eólicas cuando se ponen en emplazamientos con viento, porque si no nada es competitivo. Hoy afortunadamente sí que se puede pensar en un futuro en el mundo de la energía renovable porque la oferta de los equipos es muy competitiva. Naturalmente también hay que tener cuidado, porque debe ponerse la energía que se necesita. Es decir, si existe mercado hay que poner nuevas energías, pero si no lo hay no debe ponerse, porque si no vuelve a haber crisis. Y eso es lo que tampoco se hizo demasiado bien. Esto de ir a impulsos, ahora nada y ahora miles de megavatios, no es bueno. Pero claro, el mundo es así y hay que ajustarse a lo que el regulador, en este caso la Administración, tiene en sus planes, y ya está. En todo caso a nadie le obligan a hacer las cosas, así que tampoco hay que echarle las culpas.

En su larga trayectoria como directivo y ahora como inversor y empresario, ¿qué aportación o qué momentos vividos diría que han sido para usted los más importantes?

En una vida profesional hay de todo. Hay muchísimos momentos de satisfacción. Pero ahora tampoco podría decir cuál fue el mejor momento de satisfacción máxima que tuve a lo largo de la vida. Es en su conjunto. Y además, quizás la satisfacción máxima es después incluso de haber salido; lo digo por el recuerdo y diría que el agradecimiento y consideración con el que me he encontrado de mucha gente, y sobre todo con el recuerdo de toda la gente que trabajamos en esa compañía (Unión Fenosa). La verdad era un equipo extraordinariamente bueno, yo creo que de éxito, y que tenía una identificación con la compañía muy grande. Nos vemos con bastante frecuencia, no para recordar tiempos pasados, sino para vernos personalmente. Eso de vernos y de seguir conservando esa amistad con la gente que trabajamos, y que muchas veces fue incluso en situaciones tensas en la compañía, eso es para mí una de las mayores satisfacciones.

 

Su estilo de gestión y su personalidad siempre han sido admirados en el ámbito empresarial a nivel nacional. ¿Se siente igualmente reconocido en Galicia?

No es eso, no, mira... Cuando uno termina se acaba y ya está. Yo terminé mi etapa y realmente me retiré ahí. Bueno continué en APD porque me lo pidieron y la verdad porque es una asociación profesional y empresarial que también es ejemplar y creo que de mucho éxito. Pero cuando tú terminas, terminas, y viene otra gente con otras ideas y ya está. No se puede vivir de los recuerdos; eso tampoco es bueno. Y además el mundo va a tal velocidad que, bueno, sí, quedan unas experiencias, queda un factor importante de esas capacidades de gestión y de la forma de hacer las cosas, pero hay que admitir que viene mucha gente, muy buena, y que hace las cosas de otra manera. Y ya está. No tengo yo ese sentimiento. Voy a Galicia, me encuentro muy bien con la gente, siempre he notado consideración en los que me recuerdan, y ya está. Eso es lo más importante. Hay que dejar que la nueva gente tenga sus huecos, que empuje y que tire para adelante. Y de qué manera, pues de la forma que se puede en estos momentos, que no son precisamente los de hace diez años. La vida pasa y el mundo de las nuevas tecnologías cambia muchísimas formas de gestión en todos los sentidos.

Su despacho está en el Paseo de la Castellana y sus activos y empresas en numerosas comunidades y países. Con tanta actividad empresarial, ¿consigue conservar los vínculos con Galicia?

A Galicia vengo con frecuencia. Ahí continúo con Godeval y ahora con Cedie. Voy con menos frecuencia de la que me gustaría, pero sí que voy. Sigo yendo de vacaciones a La Coruña y ahí me paso prácticamente un mes. Y durante el año hago viajes a Galicia de uno o de dos días, no de más porque no puedo. A Valdeorras ahora iré con más frecuencia; he ido más cuando mis padres vivían allí.

 

 

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