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CRISTINA GALLEGO HERNÁNDEZ - ETIOPÍA

 

Graduada en Dirección de Empresas, MBA en Fashion Business y coordinadora de Social Media y Marketing en AFAR Textiles

“Cuando me vine un año de voluntaria a Etiopía, en 2016, ya me cambió un poco la perspectiva y Galicia se me quedó pequeña”

Residir en Etiopía no es una barrera para dedicarse al segmento más exclusivo del sector de la moda, sino que, al contrario, puede constituír un gran escaparate de oportunidades profesionales. Así lo ha entendido Cristina Gallego Hernández, coordinadora de Social Media y Marketing en AFAR Textiles, la marca de origen italiano creada en Addis Abeba y que convierte sus bolsos y complementos en una manufactura capaz de combinar la artesanía africana con el diseño, la calidad y la exclusividad.

Antes de sumarse al proyecto de AFAR, Cristina Gallego trabajó en el departamento de ecommerce y atención al cliente del gran referente mundial de los artículos de lujo, Louis Vuitton, en Bruselas. Formó parte de la división encargada de los mercados de España, Reino Unido, Irlanda, países nórdicos y Sudáfrica. Graduada en Dirección de Empresas, orientó su carrera laboral hacia una de sus pasiones, al apostar por un MBA en Fashion Business en Esden Business School, y previamente (año 2017), por vivir una experiencia formativa en el prestigioso Istituto Marangoni, en Milán.

Reconoce que todo coruñés “sueña con trabajar en Inditex algún día”, pero su perspectiva cambió en 2016 después de ejercer durante un año como voluntaria en Etiopía, referente de diversidad, y con una población que “probablemente sea la gente más orgullosa que conozco de su país, de su riqueza cultural, de Lucy (el conjunto de huesos de un homínido más antiguo del mundo), y especialmente de su comida. Nunca, en ninguna parte del mundo, vi algo similar”, asegura.

Texto: Javier de Francisco ©

¿De qué zona de Galicia eres originaria?

Soy nacida en Vigo. Mi padre trabajaba para Unión Fenosa y mi primer año de vida lo pasé en Santo Domingo. Mis dos años siguientes en Nairobi. Hasta que nos mudamos finalmente a vivir a A Coruña; ahí es donde está la casa de mis padres y donde fui al colegio y a la universidad.

¿En qué consiste tu puesto actual como coordinadora de social media y marketing en AFAR?

Un poco de todo, la verdad. Principalmente me encargo de crear contenido para el instagram (@afartextiles) y Facebook de la marca, así como de mantenerlo al día. Es bastante lioso, porque no sólo tengo que coordinar el Día del Comercio Justo o el Día de la Mujer, que son la misma fecha en todo el mundo; sino también Navidad, Año Nuevo... Todo el mundo piensa que cae en las mismas fechas en todos los países, pero aquí no es así. Etiopía se rige por el Calendario Ge’ez, por lo que su año tiene 13 meses (porque cada mes tiene 30 días exactos y los días que sobran forman otro mes). Ese mes con los días sobrantes es cuando cae fin de año aquí, que suele ser alrededor de nuestro 11 de septiembre. Además están 8 días por detrás de nosotros, y Navidad es el 7 de Enero. Y no tiene nada que ver, pero ¡hasta las horas son distintas! A las 6:00 son las 12:00 para ellos, porque el sol siempre sale a las 6 de la mañana y se pone a las 6 de la noche. Es decir, que aquí las cosas se mueven a otros tiempos. En AFAR ayudo en diferentes áreas y tareas, como organización y marketing de bazares y venta en los mismos, ideas para nuevos diseños de bolsos si se necesita, seguir la membresía con WFTO (somos una de las pocas marcas en Etiopía que formamos parte de la organización de Comercio Justo), o update (actualizaciones) de la website www.afartextiles.com con nuevos productos para la venta en el extranjero.

Haciendo de modelo para AFAR en A Coruña

La compañía textil para la que trabajas tiene como clave de éxito saber trasladar la artesanía etíope y su método de trabajo al sector de la moda. Es además una empresa comprometida con el comercio justo y la sostenibilidad. ¿Qué productos ofrece y cuál es su sello distintivo en comparación con otras marcas del sector?

Sin duda queremos acercar la artesanía etíope en forma de bolsos y accesorios y mostrar al resto del mundo el saber hacer que tienen en el país, pero con acabados de calidad. AFAR nace de la mano de Flaminia Paternò y Camillo Calamai (italianos), mis jefes y dueños de la marca que llevan viviendo en el país unos 16 años. Crearon la marca de la idea de viajar por el mundo como un nómada, con lo esencial, por eso los bolsos están preparados para el viaje, llenos de bolsillos y con materiales cómodos y naturales. Todos los materiales utilizados provienen de la naturaleza: algodón local, crecido sin pesticidas ni irrigación; el cuero es un by-product (subproducto) que proviene de cebús, vacas que han crecido ayudando a los granjeros en las highlands etíopes y con un teñido vegetal; y los accesorios en los bolsos también vienen de los cuernos de estos cebús. Los tintes del algodón se extraen de la tierra y de vegetales, y los estampados se hacen con tintes a base de agua, así como están impresos con marcos de madera. Es una pasada vivirlo cada día. Como expliqué anteriormente, somos una de las pocas marcas del país que tienen el “sello” WFTO, es decir, que somos miembros. Además de ser una empresa donde casi el 90% de los empleados son mujeres, incluso en altos cargos. Diría que nuestro sello distintivo es el mirar por la naturaleza y la gente (especialmente mujeres) que trabajan para nosotros.

Cristina Gallego y Mario Osorio posando con Lucy, el esqueleto más antiguo

¿El principal mercado de la marca es el europeo?

Aquí tenemos bazares una vez al mes como mínimo, menos en julio y agosto, que es la época de lluvias del país y el mejor momento para visitar a nuestras respectivas familias. Pero nuestro mercado más importante está en España e Italia. También exportamos a Alemania, Francia, etc. o bien contactando con tiendas directamente o con distribuidores nacionales.

Antes de incorporarte a AFAR en Etiopía habías trabajado en Louis Vuitton, en Bruselas, en el área de ecommerce y atención al cliente de la primera marca mundial de la moda de lujo. ¿Son dos mundos opuestos?

Opuestos no lo creo; al final en Etiopía no llega Louis Vuitton y quien quiera comprarse un bolso de calidad viene a nosotros (risas). Se necesita de ambos mundos. Louis Vuitton es llevar lujo; al final, cuando compras LV no compras un bolso o unos zapatos, compras lo que representan y lo que te hacen sentir. Es ese sentimiento o experiencia de tener algo tan exclusivo y a lo que tan poca gente puede acceder. Con AFAR pasa un poco lo mismo, aunque sí que estés buscando algo más funcional, útil y duradero. Pero también lo compras sabiendo lo que hay detrás, y apoyando una marca pequeña, que ayuda a mujeres y se preocupa por el medio ambiente.

Cristina Gallego con la dueña de AFAR, Flaminia, y un grupo de trabajadoras

En el futuro, ¿te gustaría trabajar para referentes gallegos de la moda, como Inditex, STL (Carolina Herrera), Bimba & Lola, Adolfo Domínguez, Roberto Verino…?

Cuando estudié Dirección de Empresas en A Coruña sí pensaba en trabajar en Galicia; tenemos una oferta maravillosa de marcas estupendas, y ¿qué coruñés no sueña en trabajar en Inditex? Cuando me vine un año de voluntaria a Etiopía en 2016-2017 ya me cambió un poco la perspectiva; conocí a mi pareja aquí y Galicia se me quedó un poco pequeña. De ahí al MBA en Madrid, y luego a Bruselas dos años. Por motivos del trabajo de mi pareja, volvimos a Etiopía y me siento la mujer más afortunada del mundo por trabajar en una marca que hace algo por cambiar las cosas, con unos jefes a los que adoro y un día a día donde no existe la rutina. Pero mi futuro lo veo demasiado sin rumbo fijo; a veces me veo en Nueva York trabajando en una empresa de lujo, en Roma en una empresa de vestidos de novia, en Bangkok para el AFAR del sudeste asiático, o en Dakar aprendiendo a surfear. Mi mente no para de imaginar qué pasará después, pero no me veo en Galicia, y tampoco mucho en España, la verdad. De momento, toca al menos otro añito más aquí, en Addis Abeba.

Con empleadas, en la fábrica de bolsos

Además de tu trabajo en la compañía textil, ¿sigues también con proyectos de voluntariado en Etiopía o en otras zonas de África?

Entre mis días en la oficina, los fines de semana de bazaar, las innumerables fiestas de embajadas y eventos varios, y la extensa vida social en esta ciudad, y continuar aprendiendo Amharic, apenas tengo un día para mí. Ayudo a una amiga etíope llamada Wudenesh con su taller vendiendo sus creaciones, dándole consejos para el business, ayudándola a diseñar prendas que gusten más a los ferenjis (así nos llaman a los no-etíopes, viene de foreign se cree), o ir a comprar telas. Pero mis días ¡siempre están a tope!

En un mercado en Arba Mlnch

Siempre has tenido vocación internacional, desde la época del Bachillerato (Wisconsin) y la universidad (Dublín), y también con el voluntariado en Etiopía y Sudán. ¿Te esperan nuevos retos y proyectos internacionales?

Mis padres siempre fueron muy viajeros, y desde pequeña me animaron a salir de mi zona de confort. Tengo que admitir que a EEUU casi me obligaron a ir, pero este período de mi vida fue determinante para el futuro. Todos mis amigos siempre bromean con que mi vida actual es exactamente lo que ellos esperaban de mí: casada con un alemán y viviendo en Etiopía; ellos dicen que no existía otra vida para mí. Espero que sí me esperen nuevos retos y proyectos, viviendo y viajando por el mundo, aprendiendo nuevos idiomas, culturas… El mundo es tan grande y tan rico en experiencias que sí que cuento con tener nuevos proyectos y retos internacionales.

Durante una visita a Dorze Village, con su amigo Mario Osorio

Etiopía se relaciona con la pobreza extrema, hambruna, sequía… Pero también cuenta con un emergente sector industrial y empresarial. ¿El estereotipo de país es injusto?

Todo el mundo conoce el país por la hambruna, la pobreza, etc. Y obviamente sigue pasando; no es algo que pueda desaparecer de un día para otro, pero Addis Abeba es la capital política de África. La ciudad es enorme, con millones de personas (y cada día más, que llegan de las zonas rurales) y enteramente en construcción. Hay restaurantes nuevos cada mes, centros comerciales enormes por todos lados, y cada día parece que hay más coches. Es una ciudad de contrastes donde en la calle principal con cuatro carriles de cada lado aún ves granjeros cruzando con sus cabras y burros atados a la medianera. La gente es maravillosa, muy honesta y si les dices lo mínimo en Amharic te ayudan en todo lo que puedan. Son muy religiosos, y hay iglesias ortodoxas, mezquitas e iglesias protestantes por todos lados. El café aquí es casi tan importante como la religión misma, y hay chicas vendiendo café por todas partes; no exagero, por todas partes. No puedes dar dos pasos sin oler el café tostándose. Probablemente sea la gente más orgullosa que conozco, de su país, de su riqueza cultural, de Lucy (el conjunto de huesos de un homínido más antiguo del mundo), y especialmente de su comida. Nunca, en ninguna parte del mundo, vi algo similar. No saben vivir sin la injera, que es como una crepe de teff fermentado, su pan. A la injera se le ponen unos “guisos” encima de lentejas, pollo, o shiro, lo más típico y que comen al menos una vez al día. Luego, con la ayuda de la injera, cogen el guiso y así comen con las manos; desde que estoy aquí aprendí a apreciar el comer con las manos y sentir los alimentos. Llevamos viviendo aquí desde el 2020 y tuvimos la suerte de poder explorar partes del país y darnos cuenta de que están orgullosos por una razón muy clara. Etiopía es un país muy diverso; lo diferente que son las montañas Simien de la Libella o Harar es increíble. Cuando viajas por esta nación tan grande parece que vas cambiando de país sin moverte. Y sin duda físicamente son más distintos que todos los europeos juntos en comparación, pues tienen una riqueza física tremenda. Creo que lo que más me gusta de vivir aquí es que nunca me aburro, siempre pasa algo. Salir a comprarle plátanos al chico que los vende en un carrito, descubrir el nuevo restaurante de la ciudad (que no siempre son tan buenos y todos pasamos por problemas estomacales más a menudo de lo que nos gustaría), tiendas nuevas, gente nueva... La rotación de gente internacional es impresionante, y conocer a personas de distintas culturas, orígenes, religiones, es tan enriquecedor… A veces cansa, y mucho, porque haces amigos y se van, y haces amigos nuevos y se van también, pero ya era consciente de que esto me pasaría. ¡Amesegenalew (Gracias)!

En compañía de sus padres en una visita a Gondar

 

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