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JULIO ANCOCHEA BERMÚDEZ - MADRID

Jefe del servicio de Neumología en el Hospital Universitario de la Princesa, profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y presidente de la Asociación de Médicos Gallegos (Asomega)

“Hay que tener mucho cuidado con las secuelas post Covid y con el tromboembolismo pulmonar, incluso en la fase de recuperación de la Covid-19”

Investigación, docencia universitaria, compromiso asociativo y ejercicio de la Medicina con el reconocimiento de mejor especialista en Neumología y de formar parte de la lista Forbes de los 100 mejores médicos de España (Best Doctors Spain). El ourensano Julio Ancochea destaca en todas las facetas de la Medicina, como jefe del servicio de Neumología del Hospital Universitario de la Princesa, en Madrid, como profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, como coordinador y delegado del rector para asuntos de Ciencias de la Salud, como director de cuatro cátedras, 36 cursos de doctorado y 28 tesis doctorales, y también como director de un equipo del Instituto de Investigación Sanitaria del propio hospital madrileño en el que ejerce su especialidad y en el que llegó a ocupar el cargo de director médico. Es autor de diez libros y de más de 200 artículos divulgados en publicaciones científicas de ámbito nacional e internacional. Precisamente está a punto de presentar el libro “Memorias de la Covid-19, relatos de la Fase 1”, del que es coeditor junto con el periodista Mario Braier: “Es un libro que surgió de la necesidad de reflejar las emociones, experiencias y reflexiones de personas de diferentes sectores que han vivido esta pandemia”. Recoge los relatos personales de 87 profesionales “que dan una versión plural de esta cruda realidad que nos ha marcado para siempre. Y sirve como una modesta aportación a la convivencia cívica y una llamada a la esperanza”, destaca Julio Ancochea.

En el ámbito asociativo, en 2020 ha sido reelegido para presidir por otros cuatro años la muy activa Asociación de Médicos Gallegos (Asomega), en la que está promoviendo proyectos tan ambiciosos como la incorporación de embajadores de la Asociación en países de varios continentes, y como Asomega Nova, con becas para jóvenes médicos gallegos en centros de reconocido prestigio internacional. Es desde 2009 el coordinador de la Estrategia EPOC del Sistema Nacional de Salud y también coordinó hasta 2016 el Programa Integrado de Investigación en Enfermedades Pulmonares Intersticiales Difusas (EPID). Y ha cumplido ocho años como director del proyecto Be Neumo Be You, volcado en una dimensión más humana de la Medicina. En su reconocida trayectoria acumula numerosos premios y distinciones, desde la lista Forbes formando parte de la elite española de la Medicina hasta galardones como Médico del Año (Edimsa, 2007), Premio del Foro Español de Pacientes (2009), Premio al Compromiso Social (Sociedad Española de Medicina General y de Familia, 2010), Neumólogo del Año (Madrid, 2010), Premio Madrigallego de Oro al mérito en la Medicina (2010), Premio a la innovación y progreso en la Neumología (Madrid, 2013), Premio Personalidad Sanitaria Gallega (2014), Médico español con mejor reputación en la especialidad de Neumología (Madrid, 2014), Premio a la Personalidad Sociosanitaria del Año (Madrid, 2016), Premio IASIST - Top 20 (2018 y 2019), Premio Best in Class 2017 y 2018 al mejor Servicio de Neumología en Atención al Paciente, Premio a la Solidaridad (Sociedad Española de Medicina General y de Familia, 2018), Médico Hipocrático (2018), Premio Albert Jovell (2019) y Premio Humanizar (2020). Aunque todo su ejercicio profesional se ha desarrollado en Madrid, Julio Ancochea siempre ejerce de gran embajador ourensano y gallego. La mejor prueba es que su currículum personal comienza con esta definición: “Gallego de Puebla de Trives (Ourense), aunque nacido en Madrid, se siente profundamente trivés y mantiene unas raíces muy profundas con su pueblo”. Pasó su infancia en Trives, localidad en la que su abuelo materno ejerció de médico forense. Estudió primaria y bachillerato en Ourense, en Maristas, y se licenció en Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid.

Texto: Javier de Francisco ©

 

Aunque el apellido Ancochea tiene etimología vasca, usted es ourensano y siempre ejerce como tal. ¿De dónde es originaria su familia?

Mis padres son de Trives, y mis abuelos también, a excepción de mi abuelo materno, Ramón Bermúdez, que era natural de Maceda. Mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos, todos eran gallegos y de Trives, con la excepción como digo de mi abuelo materno, que aunque era de Maceda fue médico en Trives; era el médico forense y ejerció allí toda su carrera profesional. Él acabó la carrera de Medicina en Santiago, fue alumno interno del profesor Nóvoa Santos y, quizás, el amor influyó en que su destino fuese Trives como médico. Allí desarrolló toda su vida profesional y allí nacieron todos sus hijos.

Usted vivió su infancia en Trives y después se trasladó a estudiar a Ourense y Madrid...

Nací en Madrid, curiosamente, porque una tía mía, casada también con un médico, llamado Julio, y de ahí viene mi nombre, vivía en Madrid, y mis padres en aquel momento también estaban en Madrid. De hecho, yo nací en Madrid, pero hasta el obstetra que me atendió, el doctor Manuel Varela Uña, era gallego. Me trasladé enseguida a Trives, obviamente con mi familia. Allí cursé los estudios primarios y con 8 años estuve interno en los Maristas de Ourense hasta que vine a hacer la carrera de Medicina a la Universidad Autónoma de Madrid. Y luego ya todo mi ejercicio profesional lo he desarrollado en Madrid. En la Universidad en la que estudié soy profesor titular de Neumología desde hace ya 20 años, y además desempeño el cargo de delegado del rector de la Universidad Autónoma de Madrid para asuntos relacionados con las Ciencias de la Salud.

¿Nunca llegó a ejercer la Medicina en Galicia?

No, en Galicia ejerzo la Medicina con mis amigos en vacaciones (risas). Lo que sí tengo es mucho contacto con gallegos, tanto de Madrid como de Galicia, y también de fuera de España, que a menudo me escriben y me consultan casos concretos de familiares suyos, y obviamente siempre tengo la puerta abierta para cualquier paciente, para cualquier familiar o para cualquier consulta que venga de Galicia, porque mi corazón es gallego. También soy socio de honor de la Sociedad Gallega de Patología Respiratoria y mantengo una profunda relación con los neumólogos gallegos, más allá de que ostento desde hace cuatro años, y he sido recientemente reelegido por otros cuatro, la presidencia de la Asociación de Médicos Gallegos (Asomega).

Julio Ancochea en una noticia publicada en la página web de Asomega

¿A cuántos médicos agrupa Asomega?

Hablar de los médicos gallegos que agrupa Asomega es muy difícil. Habría que distinguir entre los que pagan la cuota anual y los que comparten el sentimiento de ser médicos gallegos que fundamentalmente trabajan fuera de Galicia, pero tienen un profundo sentimiento gallego. Precisamente en el mes de noviembre pasamos la cuota a los socios y hay aproximadamente 200 médicos gallegos de todo el mundo que pagan esa cuota. Pero Asomega va mucho más allá. Porque no tiene fronteras y por el sentimiento compartido. Porque Asomega es eso, es un sentimiento compartido. Y los médicos gallegos compartimos muchas cosas; compartimos inquietudes, proyectos, ilusiones... Y compartimos obviamente la pasión por la Medicina. Yo siempre digo que entendemos la Medicina como ciencia, arte y valores. Y compartimos algo más, que es un sentimiento que llevamos en nuestras raíces, y que no es otro que el amor a Galicia y la pasión por Galicia. De manera que los médicos gallegos conjugamos los conceptos con las afectos.

El origen de Asomega está en Madrid, pero la Asociación se halla en plena fase de internacionalización. ¿En qué fase se encuentra ese proyecto del colectivo?

Asomega nació hace 26 años en Madrid, en concreto el 26 de abril de 1994. De hecho el año pasado celebramos nuestras bodas de plata y fue un año muy especial para nosotros. La insignia de oro que anualmente concede Asomega, el año pasado con motivo de nuestro 25 Aniversario se le entregó al presidente de la Xunta de Galicia, a don Alberto Núñez Feijóo. Fueron 15 los médicos fundadores de Asomega, todos ellos gallegos y figuras relevantes a nivel hospitalario y universitario en Madrid. Así que, efectivamente, el germen de Asomega está en Madrid. Entre los fundadores están gallegos muy conocidos, como los doctores Charro, Pérez Vázquez -recientemente fallecido-, Harguindey, Otero Piñeiro, Ruza, Lamas, López Bran, quien por cierto viene en el libro de Forbes conmigo y con algunos otros médicos gallegos entre los mejores de España. Eran todos varones, curiosamente, y eran todos figuras de la Medicina que realizaban su labor profesional en Madrid. Pero como he dicho, Asomega no tiene fronteras. Nosotros pusimos en marcha un proyecto que se llama Asomega Internacional, con el que estamos creando una red de aulas Asomega por todo el mundo. Y ya tenemos nuestros primeros embajadores de la Asociación, que son nada más y nada menos que, por ejemplo, el doctor Miguel Cabanela, en la Clínica Mayo, en Rochester (Minnesota); el doctor Bartolomé Burguera, director de la Clínica Universitaria de Cleveland (Ohio); la doctora Delia Cerviño, en Salvador de Bahía; Olaia Naveiras, en Lausanne (Suiza); Andrés Rodríguez, en la Universidad de Upsala (Suecia); Augusto Azuara, en Belfast (Irlanda); y Alberto García Basteiro, vinculado al Instituto de Salud Global de Barcelona, pero que desarrolla gran parte de su actividad en Mozambique. De manera que Asomega ha crecido. Los médicos gallegos estamos por todo el mundo. Y uno de los objetivos cuando fui elegido presidente ha sido precisamente el de la internacionalización de la Asociación. De hecho, del 19 al 21 de septiembre del año pasado, celebramos en Santiago el Primer Encuentro Mundial de Médicos Gallegos. Fue todo un reto y un sueño hecho realidad. Contó con 60 ponentes, médicos gallegos que desarrollan su actividad en Galicia, en otras comunidades españolas y en todo el mundo. Eran 60 ponentes de los cinco continentes, 250 asistentes, una cuota de usuarios alcanzados cercana a 10.000 y 1,5 millones de impactos de hashtag. Este Encuentro fue un exponente claro de la internacionalización de Asomega.

¿En qué otros objetivos y proyectos trabaja actualmente la Asociación, a pesar de los límites que impone la pandemia de la Covid-19?

El momento actual es complicado, pero seguimos adelante. Además de Asomega Internacional, tenemos un área a la que llamamos Asomega Sociosanitaria y Humanista, en la que hemos desarrollado ciclos de conferencias de Medicina y Humanidades que, en esta etapa Covid, han dejado de ser presenciales y estamos potenciando alguna webinar (conferencia on line). Hace poco hablaba con Julio Lage, presidente de Aegama (Asociación de Empresarios Gallegos en Madrid), y en relación con el impacto de esta terrible pandemia tanto a nivel médico, de salud pública y sanitario, como a nivel económico y empresarial, tenemos previsto desarrollar conjuntamente Aegama y Asomega una serie de webinars. Hay otro proyecto, que por cierto en los próximos días se publicará en el DOG (Diario Oficial de Galicia), que es la convocatoria de la XXII Edición del Premio Nóvoa Santos. Es uno de los premios más prestigiosos de España en biomedicina, y se otorga a una personalidad relevante gallega o directamente vinculada con Galicia, cuya labor personal, profesional y científica haya tenido una importante repercusión a nivel nacional e internacional, pero con proyección hacia nuestra tierra. En la pasada edición, la de 2019, se le concedió al profesor José Ramón González Juanatey, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico de Santiago y catedrático de Medicina de la Universidad de Santiago. Ya hemos conseguido financiación del Instituto Roche y está camino del DOG la convocatoria del Premio Nóvoa Santos de 2020. Pero además tenemos otros proyectos.

¿Puede resumirnos algunos de ellos?

Decía antes que Asomega fue fundada en 1994 por 15 médicos varones. Hay un proyecto por el que apostamos claramente, que es Asomega Muller, con el que tratamos de reconocer a grandes médicos mujeres que han abierto el camino y valorar también a las que hoy ejercen para situar la ciencia a los niveles que les corresponde. En esta labor tenemos a María Rodríguez de coordinadora. Pero Asomega no solo se está feminizando, sino que también se está rejuveneciendo. Por eso hay otro proyecto, que es Asomega Nova. Son los jóvenes, son esos médicos residentes, son incluso esos estudiantes de Medicina que están haciendo el MIR en cualquier parte del país, o que han terminado la especialidad e inician su carrera profesional en cualquier parte del mundo, y que mantienen ese sentimiento de galeguidade. Con Asomega Nova estamos poniendo en marcha becas de formación Asomega. Son becas para jóvenes médicos gallegos en centros de reconocido prestigio internacional. Y lo estamos haciendo posible gracias a los embajadores internacionales de la Asociación. Lo que ocurre es que este proyecto se ha tenido que paralizar por las circunstancias que vivimos derivadas de la pandemia por la Covid-19. Tenemos también proyectos nuevos; en la última asamblea general surgió la necesidad de realizar un Plan Estratégico de Asomega, una actualización al momento actual. Lo hemos denominado Impulso XXI y dentro del mismo vamos a desarrollar toda una serie de actividades. Hemos reestructurado la figura de los protectores de Asomega, que básicamente son instituciones, entidades o personas físicas con especial vinculación con la Asociación. Tendrán esta consideración honorífica. Y también hemos establecido la figura de los benefactores de Asomega, que son entidades, asociaciones o personas que colaboran con la Asociación para el cumplimiento de sus objetivos. En este concepto también hacemos un guiño importante a la Medicina primaria. En su origen el colectivo eran grandes especialistas hospitalarios y universitarios, pero nos parece muy importante incorporar, y darle el papel que se merece, a la Medicina primaria. De hecho vamos a convocar próximamente una beca de Medicina rural en colaboración con la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia). Será destinada precisamente a un proyecto que mejore la calidad asistencial, los cuidados y los hábitos de prevención en el rural gallego y entre sus facultativos. Asimismo hemos puesto en marcha una rama solidaria de Asomega. Es Asomega Axuda. Vamos a destinar el 7% de los fondos obtenidos a proyectos de ayuda, humanización de la Sanidad, asociaciones de pacientes o entidades que luchan y tienen programas para esta humanización. Como se puede apreciar, la Asociación está viva; es un sentimiento y es un sueño, pero un sueño que queremos convertir en realidad.

Galicia ha sido tradicionalmente una “cantera” de buenos médicos. ¿Sigue siendo un referente en España?

Sin duda, sin duda. La Medicina gallega ocupa un lugar relevante dentro de la Medicina española, tanto en asistencia como en investigación, y muchos médicos gallegos tienen una proyección internacional y son líderes en sus respectivas especialidades. Antes citaba algunos nombres de doctores gallegos incluidos en la lista Forbes que se va a publicar estos días. En ella se puede observar que existen médicos gallegos de diferentes especialidades, todos ellos con un curriculum muy sólido, que son referentes a nivel nacional e internacional. Y luego hay otro aspecto. Yo creo que la Sanidad gallega en su conjunto ha desarrollado proyectos de telemedicina, de acercamiento a la realidad del medio rural, proyectos innovadores en la gestión, en la humanización... Es decir, que en el aspecto político-sanitario también Galicia, a través de la Xunta de Galicia y la Consellería de Sanidade y otras como la de Educación, ha jugado un papel destacado en el ámbito nacional. Galicia siempre es un espejo en muchos aspectos en el que otras Comunidades deben de mirarse.

Usted combina investigación, docencia universitaria, ejercicio de la Medicina, fomento del asociacionismo... ¿Cómo consigue una implicación tan fuerte en facetas tan diferentes?

La Medicina es mi vida, es mi pasión. Vine de la mili vestido de soldado a firmar mi contrato de residente en el Hospital de la Princesa, en 1983, y he dedicado mi vida a la Medicina. Hice la especialidad de Neumología. Fui director médico del Hospital, obtuve mi plaza en la Universidad, siento pasión por la docencia, y sí, efectivamente, dirijo un grupo de investigación muy potente, dentro del Instituto de Investigación Sanitaria de mi hospital. La asistencia de calidad debe acompañarse siempre de una trayectoria investigadora. Y además, eso prestigia a la institución y al grupo de trabajo, y modestamente contribuye también a potenciar el valor de la Medicina española. En mi caso siempre la he vivido con un sentimiento de galeguidade. Entiendo la Medicina como ciencia, de la mano de la Medicina basada en la evidencia; como arte, que muchas veces viene de la mano de la experiencia, o lo que mi abuelo de Maceda llamaba el ojo clínico; y también apuesto por los valores, por una Medicina más humana, humanizada y humanista. Hay una Medicina basada en la evidencia, pero también hay una Medicina basada en la afectividad. Los médicos somos personas que trabajamos con, por y para personas, y esa relación médico-paciente, que se basa también en los afectos, por mucho que avancemos tecnológicamente, y por mucho que avancen las ómicas, es la esencia de la Medicina. Estos valores respecto a la vida y a la dignidad de las personas, la asistencia y cuidado del paciente, sus cuidadores, sus familiares, el rigor y la competencia científica, la bioética, el compromiso y la vocación, se han multiplicado en el momento actual que estamos viviendo con la pandemia de la Covid-19, y que nos ha exigido dar lo mejor de nosotros mismos, trabajar en equipo, tener muy claro que nosotros somos mucho mejores que tú o que yo, y que si trabajamos en equipo llegaremos más lejos. Y también ha despertado en nosotros unos sentimientos muy profundos, porque realmente lo hemos pasado mal y lo seguimos pasando mal. Y siempre con una cierta dosis de incertidumbre, gracias a Dios de la mano de la investigación, cada vez conocemos mejor a este virus, empezamos a tener recursos terapéuticos objetivos que sabemos que pueden funcionar en determinadas circunstancias. Pero los médicos, las enfermeras y otros profesionales sanitarios, en muchos casos hemos sido la auténtica familia de personas que estaban aisladas, que estaban solas, que no podían ver a los suyos, y esto ha puesto de manifiesto todos estos valores. Precisamente en los próximos días presentaremos un libro que se llama “Memorias de la Covid-19, relatos de la Fase 1”. Es un libro que surgió de la necesidad de reflejar estas emociones, las experiencias, las reflexiones de distintas personas de diferentes sectores que han vivido esta pandemia. Con un periodista, Mario Braier, y yo, que soy el otro editor del libro, hemos recopilado los relatos personales de 87 profesionales que dan una versión plural de esta cruda realidad que nos ha marcado para siempre. También este libro sirve como una modesta aportación a la convivencia cívica y una llamada a la esperanza. Está prologado por Federico Mayor Zaragoza, ex director de la Unesco, y la valoración final la hace el profesor Diego Gracia Guillén, catedrático de Bioética. Es una radiografía de un momento histórico muy singular. Por cierto, en esas 87 personas hay un porcentaje importante de gallegos. Desde Emilio Bouza a José María Eiros Bouza, catedrático de Microbiología en la Universidad de Valladolid y vicepresidente de Asomega. Tenemos a enfermeras como Carmen Sellán, que también es gallega, a Francisco García Río, neumólogo, vicepresidente de Asomega y director científico del Instituto de Investigación de La Paz; a Esther Barreiro, del Hospital del Mar de Barcelona; a Pilar Rodríguez Ledo, vicepresidenta de la Asociación Española de Médicos Generales y de Familia; a Pilar Falcón, presidenta del Club de Periodistas Gallegos en Madrid; a Miguel Carrero, presidente de Previsión Sanitaria Nacional; a Antonio Fernández de Buján, académico y catedrático de Derecho Romano... Así que la visión es multidisciplinar. Y estos protagonistas gallegos se mezclan en el libro con Ángel Gabilondo, con el padre Ángel, con especialistas, con pacientes, con gerentes... Son 87 testimonios y es un libro que tiene interés en sí mismo, ya que ha generado muchas expectativas por esa visión poliédrica de la realidad que estamos viviendo.

¿A los expertos les ha sorprendido la dimensión de la segunda ola de la pandemia de la Covid-19?

Esta segunda ola va más despacio. La primera fue un auténtico tsunami. Yo recuerdo estar de guardia, en torno al 20 de marzo, y tener en un hospital que normalmente tiene menos de 400 camas funcionantes, 460 enfermos Covid positivos ingresados (se habían habilitado espacios especiales) y 103 pacientes en Urgencias pendientes de cama. Aquello fue un tsunami, fue tremendo. Y Madrid se convirtió en la zona cero. Poco a poco fueron mejorando los parámetros, claro que con todas las vidas humanas que nos dejamos en el camino, y la situación se relajó. Pero quizás se relajó en exceso y no se insistió en medidas preventivas adecuadas, que se están tomando ahora en las últimas semanas pero que nunca debieron abandonarse. Y ahora estamos asistiendo a una oleada que los expertos nos hablaban de que llegaría con el otoño, pero que empezó antes y que prácticamente no nos dejó descansar. Recuerdo que este verano, estando de vacaciones en Galicia, de los apenas 15 días que tuve, me conectaba diariamente con la sesión clínica del Servicio porque la situación era cada vez más preocupante. Esta ola ha ido más despacito, sabemos más. Hoy sabemos qué fármacos utilizábamos en la primera oleada que no son eficaces y por el contrario sabemos por ejemplo que la dexametasona, los corticoides y la prevención de la enfermedad tromboembólica son necesarios en muchos de estos pacientes; en la mayoría de estos pacientes, al menos en los que llegan a ingresar en un Hospital como en el que yo trabajo. Y tenemos también muchos ensayos clínicos en marcha. Conocemos nuevas evidencias, contamos con más herramientas para combatir un virus puñetero, un virus que se esconde, que muta, que nos sorprende, que tiene una expresividad clínica muy, pero que muy, variada, desde el paciente asintomático hasta el paciente que desarrolla un distrés respiratorio y una reacción hiperinflamatoria que puede ser incontrolable. De manera que en esta segunda ola sabemos más. Yo creo que también las autoridades político-sanitarias, en general, están siendo más sensatas, un sector muy amplio de la población también, aunque hay que decir que todavía existen grupos de personas que no son solidarias y no se han dado cuenta de que estamos viviendo un auténtico drama. Pero estamos mejor preparados, mejor coordinados y nos estamos adelantando un poquito más. En esta segunda oleada, sobre todo al principio, los pacientes que ingresamos en nuestro Hospital son más jóvenes y también estamos estudiando ahora determinadas características, porque ya disponemos de series amplias. Por ejemplo, en nuestro Hospital tenemos una base de datos con cerca de 2.500 pacientes que hemos tenido hospitalizados. Ya estamos desgranando determinados factores, como la carga del virus y su cinética a lo largo del tiempo, o factores de origen. Así, estamos analizando una población de origen latinoamericano con obesidad asociada que nos preocupa, porque a menudo estos pacientes tienen peor pronóstico. Estamos analizando diferentes comorbilidades. Incluso en los últimos meses hemos publicado varios artículos con inteligencia artificial, con big data, en grandes bases de datos. Por ejemplo, en Castilla La Manca se ha publicado con Savana, una de estas empresas de machine-learning, la relación de la Covid con la EPOC, con el asma, así como los factores predictores de ingreso en UCI y de mal pronóstico. Es decir, estamos mejor preparados, pero no podemos bajar la guardia. Al contrario, ahora mismo en toda Europa empezó siendo Madrid y ahora hay otras zonas, y también en España, donde las tasas de prevalencia son mucho más altas y mucho más preocupantes. Es un virus que tiene muy mala uva, y que se transmite con muchísima facilidad.

Imágen del Hospital Universitario de la Princesa, en Madrid, donde trabaja Julio Ancochea

En Galicia estamos viendo datos muy cambiantes. Por ejemplo, Ourense ha pasado de ser el área sanitaria más afectada a la que registra menos casos activos. ¿Qué explicación tiene?

En Ourense se tomaron medidas con prontitud, cuando se detectó una acumulación importante de casos. Se establecieron medidas casi de confinamiento y restrictivas, en favor de la salud pública. Este tipo de medidas tienen un efecto clarísimo. Han cambiado también los colectivos de transmisión; antes eran más en el medio laboral, en verano por supuesto entre las personas que relajaban las medidas, y ahora, sobre todo en Madrid, se habla mucho de las reuniones familiares numerosas. Cuidado por ejemplo con la Navidad. Y también de grupos de amigos, de chicos jóvenes, que pueden tener un cuadro recortado, pero que pueden transmitir la Covid-19 a sus padres, a sus abuelos y a otros familiares. Es muy complejo. De hecho, aquí no hay dogmas. Aquí hay que aplicar el sentido común, tener comités de auténticos expertos, comités que deben de estar despolitizados; deben de ser auténticos expertos y además expertos multidisciplinares. Y es así porque son diferentes visiones: del clínico, del hospitalario, del epidemiólogo, del inmunólogo, del microbiólogo... Y tenemos personas muy relevantes, que deben ser quienes marquen la ruta a los decisores políticos, porque estas decisiones deben sustentarse en la ciencia, en la investigación, en el sentido común y en la ética.

¿Tendremos Covid-19 para muchos años?

Todo parece indicar que sí. Los más optimistas hablan de que esto mejorará en el segundo semestre de 2021. Llegarán las vacunas, llegarán, tienen que llegar... Hay diez prototipos de vacunas que están en fase avanzada de desarrollo, y no va a ser inminente, pero llegarán. En nuestro Servicio, en este momento estamos trabajando en cinco ensayos clínicos y hay alguna molécula que está despertando mucho interés, y que a expensas de consolidar su eficacia y seguridad en ensayos clínicos en fase 3 con una muestra amplia y bien diseñados, son también otro motivo de esperanza. Hay medicamentos que reducen sustancialmente la carga viral, hay medicamentos que previenen o frenan la tormenta de citocinas, toda esa cascada inflamatoria. Todo esto está en marcha. En muchos hospitales gallegos y del resto de España, y a nivel internacional, se están haciendo programas muy rigurosos de investigación. Nunca se había publicado tanto en biomedicina. En nuestro grupo estamos publicando dos y tres artículos cada mes, la mayoría de ellos en revistas internacionales. De manera que hay investigación, no solo en las vacunas, en las que por cierto nuestro grupo participa en el desarrollo de la vacuna Janssen, junto con La Paz y el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, sino también en nuevos fármacos antivirales y antiinflamatorios, que pueden ser eficaces frente a este virus.

Por último, doctor, y tenía que haber empezado la entrevista por esta pregunta, ¿cómo se encuentran usted y su esposa, tras sufrir la enfermedad en las primeras semanas de la pandemia?

Bien, bien. Hablaba en esta entrevista de aquella guardia del 20 de marzo, y unos días después tuve que hacerme una PCR que dio resultado positivo. Tenía un cuadro pseudogripal. La verdad es que estaba asustado. Estuve 15 días en casa hasta que negativicé. Fueron 15 días muy duros, pegados al pulsioxímetro; soy neumólogo, y estaba muy pendiente de la saturación de oxígeno y de la posible aparición de disnea. Sabemos que la neumonía bilateral y la insuficiencia respiratoria son una constante en los enfermos que ingresan en nuestro Hospital, y que yo llevaba cada día. Pero gracias a Dios no tuve grandes síntomas, me recuperé bien y tenía muchísimas ganas de volver a trabajar, porque era un momento tan crítico que uno tenía hasta mala conciencia de encontrarse enfermo y de no estar esos días en primera línea, al pie del cañón. Mi mujer tuvo un cuadro más solapado, pero también más lento; tardó más en negativizar. Aspectos como la anosmia y la ageusia, la dificultad para los olores y los sabores, le duraron muchas semanas. Esta pregunta es interesante no por mi caso personal, sino por las secuelas postcovid que estamos observando. En nuestro Hospital desarrollamos una consulta post Covid que es multidisciplinar de alta resolución, coordinada por el Servicio de Neumología, y empezamos a trabajar con los enfermos que habían estado más graves. Con enfermos que estuvieron en la UCI, en las UCRIS (Unidades de Cuidados Intermedios Respiratorios) y con aquellos que se fueron a casa con oxígeno. Ahora ya estamos ampliando a otros pacientes hospitalizados, sin esos criterios de gravedad. Y hemos observado de todo, pero muchas secuelas. Estamos viendo secuelas pulmonares; mucho cuidado con la enfermedad tromboembólica, con el tromboembolismo pulmonar, incluso en la fase de recuperación de la Covid. Algunos pacientes desarrollan cuadros compatibles con fibrosis pulmonar, otros tardan en recuperar su capacidad respiratoria, y junto a ello observamos todo tipo de trastornos, desde los psicológicos hasta los relacionados con la calidad del sueño, los dermatológicos, algún cuadro neurológico... Es decir, este virus no siempre se va del todo, sino que como es tan puñetero sigue dando la lata. En un porcentaje de pacientes hay secuelas post Covid. Felizmente no es mi caso, pero sí vemos pacientes que las tienen. Y luego vemos el impacto psicológico que tiene la enfermedad. Un impacto psicológico que yo observo en mis propias compañeras y compañeros. Lo dieron todo y ahora empiezan a estar cansados y algunos de ellos empiezan a necesitar apoyo. En fin, ha sido muy duro, desde el punto de vista intelectual, físico y también emocional.

 

Para saber más:

Página del Hospital Universitario de la Princesa

Página de la Facultad de Medicina de Madrid

Página de la Asociación de Médicos Gallegos

 

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