El actual copropietario de Garagem Río de Janeiro nació en Lisboa porque la capital lusa fue el destino de su padre tras cuatro años de dura emigración en Cuba, antes de formar familia. Durante varias décadas, barrios tan populares de la ciudad como A Baixa, Belém, Alfama, Chiado y Barrio Alto fueron el lugar central de trabajo de su padre como representante del oficio más universal de la provincia de Ourense, el de afilador. Pero su tarazana también frecuentó toda la zona metropolitana de Lisboa y numerosas poblaciones situadas a docenas de kilómetros de distancia.
Compartió estudios con el Rey Juan Carlos
Miguel Álvarez recuerda que su origen familiar humilde no le impidió cursar estudios en el famoso Instituto Español de Lisboa, con cientos de recuerdos que siempre le han acompañado: “Me separaba un curso del Rey Juan Carlos, a quien siempre iba a recogerle un chófer con guantes blancos, al igual que a otros muchos alumnos que eran hijos de embajadores o de cónsules de países latinoamericanos. Entre los alumnos catalanes estaban los descendientes de empresarios de grandes laboratorios médicos y entre los gallegos destacaban los hijos de mayoristas del sector del vino”, detalla.
Al finalizar sus estudios, el empresario lisboeta originario de Xunqueira de Espadañedo trabajó en su ciudad como taxista durante 16 años. Hasta que le surgió una oportunidad de negocio vinculada a su profesión. En compañía de otros tres socios adquirió Garagem Río de Janeiro, que hasta entonces tenía como negocio central el estacionamiento nocturno de vehículos, aprovechando su cercanía con el aeropuerto de Lisboa. Todos los días del año, el futuro copropietario de estas instalaciones pasaba con su taxi una y otra vez, libre o con pasajeros, por delante de la puerta del garaje.
“Formalizamos la escritura el 29 de julio de 1977 por la mañana y después de comer ya estábamos gestionando y explotando el negocio”, resalta. Casi 40 años después, la empresa continúa siendo un referente en toda la capital como estación de servicio y como taller especializado en la sustitución de neumáticos y en mecánica rápida. Su stock de ruedas está formado por más de 6.000 unidades, y solo con esta línea de negocio ingresa en torno a dos millones de euros. Además, sus surtidores despachan 3,5 millones de euros en combustibles, si bien antes de la crisis sobrepasaban los 5 millones.
La plantilla media está formada por 30 empleados, que trabajan a turnos entre las siete de la mañana y las doce de la noche. Las instalaciones están ubicadas a un kilómetro del aeropuerto, en frente del Laboratorio Nacional de Ingeniería Civil.
El 85% de los clientes son particulares y el 15% restante empresas, principalmente de renting: “Antes teníamos una proporción más alta de empresas en la cartera de clientes, pero preferimos centrarnos en los particulares, ya que las grandes flotas van a precio y nuestra política es la calidad en el servicio”, señala Miguel Álvarez.
En cuanto a la distribución de combustibles, apunta como carencia la falta de controles de calidad: “Tendría que haber análisis de los octanos que se despachan realmente. El cliente tendría que saber la composición y el equilibrio exactos de lo que está pagando, para que valore si le compensa o no ahorrarse tres o cuatro céntimos por un producto inferior”.
Miguel Álvarez continúa viajando a Ourense con mucha frecuencia. Uno de sus viajes más entrañables fue el que realizó el primero de mayo de este año, para conmemorar sus bodas de oro con una misa en Os Milagros -el mismo templo en el que contrajo matrimonio con una vecina de Paradela en el año 1965- y con una comida de celebración en Allariz.
Uno de sus principales motivos de orgullo es haber facilitado la formación universitaria de sus tres hijos. Los tres estudiaron en universidades españolas y los tres pasaron previamente por el Instituto Español de Lisboa, el mismo prestigioso centro en el que había cursado estudios él (y actualmente tres nietos suyos), gracias a los ahorros que habían reunido sus padres antes de emprender el viaje de retorno a Galicia para disfrutar de su jubilación en las tierras de Paradela. El apellido Álvarez tiene ya continuidad en Garagem Río de Janeiro con la incorporación de uno de los integrantes de la cuarta generación.