Lleva ejerciendo 16 temporadas como gran embajador del fútbol ourensano. Se forjó en la cantera del Pabellón CF, uno de los históricos clubes de base existentes en Galicia. Con a penas 22 años, Borja Fernández vivió el sueño de formar parte de la primera plantilla del Real Madrid, tras formarse en el club durante siete años, dos de ellos en el Real Madrid Castilla y los anteriores en las divisiones de base. Dio el salto al fútbol de élite en la temporada 2003-2004, la del histórico fichaje de David Beckham por el club blanco y la de la cuestionada salida de Vicente del Bosque del banquillo, reemplazado por el técnico luso Carlos Queiroz. El mediocentro ourensano ha sido compañero de galácticos como Zidane, Ronaldo, Figo, Casillas, Raúl, Guti, Beckham, Roberto Carlos, Owen, Solari... Y de jugadores gallegos de la talla de Michel Salgado, Roberto Trashorras y Diego López. En la temporada 2005-2006 militó en el Real Mallorca y a continuación alternó en el Valladolid, Getafe, Deportivo de La Coruña (temporada 2011-2012), Eibar y en su actual club, el Atlético de Kolkata (Calcuta), de la Super League India, con el que vive su tercera experiencia en el país. A pesar del éxito y de la popularidad, conserva intacta su plena vinculación con Ourense, tal y como resume en esta entrevista: “Vuelvo a Orense (en Navidad), casi ni piso Madrid. Es llegar y en cuanto puedo pillo la carretera. El primer año jugamos la final (en la India) el 20 de diciembre y el 23 estaba ya en Orense. Este año la final es el 18; ojalá lleguemos y el 20 pueda aterrizar en Madrid. Luego a Orense hasta que sepa qué hacer con mi futuro”.
La primera fábrica de extintores de la provincia de Alicante y la mayor firma local en protección contra incendios y seguridad es un proyecto empresarial doblemente gallego. Lofer fue fundada en 1980 por el lucense -del municipio de Baralla- Arturo Fernández Vázquez, presidente del Centro Gallego de Alicante y emprededor asentado en Levante que detectó una buena oportunidad de negocio en la primera normativa española -data de 1979- sobre protección contra el fuego y evacuación de edificios. El año pasado, tras su jubilación, vendió la empresa al vigués Damián Simón Collazo, que tiene como socio al empresario local Pascual Talaya López. En su nueva etapa, Lofer planea su expansión a otras comunidades españolas, entre ellas a Galicia, con la apertura de delegaciones. En 2016 la cifra de negocio superará el millón de euros, en un ejercicio que refleja una subida del 36% en el ebitda (resultado bruto de explotación). La plantilla, que aumentó un 30% este año, está formada por 18 empleados. Entre los trabajos realizados recientemente destacan la vigilancia durante seis meses y la retirada de la alarma (para realizar trabajos de reforma y mantenimiento en la fachada) del edificio del Banco de España en Valencia; y la instalación de sistemas anti incendios en la nueva tienda de la cadena Conforama en el Parque Comercial La Marina, en Finestrat (Alicante). En la cartera de clientes también destacan desde Carrefour, Chocolates Valor y Clece Servicios (filial de limpiezas del Grupo ACS, de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid) hasta Correos.
Sus apellidos sitúan en el País Vasco y en el interior de Galicia el origen familiar del empresario argentino Sergio Echebarrena Rábade. Sus dos ramas familiares emigraron rumbo a la provincia de Buenos Aires a comienzos del siglo pasado desde el municipio guipuzcoano de Alegi (Alegría de Oria) y desde la propia localidad lucense de Rábade. El actual presidente de Capipe, la cámara o asociación de empresas argentinas que son proveedores de la industria del petróleo, del gas y de la energía, es el propietario de Imastec, empresa con recorrido desde 1982 y dedicada a la fabricación de equipos (con diseño propio) y al desarrollo de tecnologías como sistemas de telemetría, de protección catódica y de controladores para el aprovechamiento de energía fotovoltaica y eólica. En la cartera de clientes de esta pyme con sede en la localidad de Caseros, situada al noroeste de la capital, figuran compañías de la talla de YPF, Petrobas, Total, Chevron, Pan American Energy o la española Gas Natural Fenosa. Aunque el contacto con Galicia ya se diluyó en las generaciones anteriores, Sergio Echebarrena nunca ha perdido las raíces gallegas y vascas, hasta el punto de que este mismo verano ha dedicado sus vacaciones a conocer en profundidad los encantos de los municipios de Rábade y Alegi, desde donde emigraron sus abuelos. Su proyecto empresarial se basa en mantener el alto grado de especialización de Imastec, en ampliar posicionamiento en las energías renovables (el Gobierno de Argentina ha diseñado un plan para que las energías limpias representen en 2017 el 8% del consumo total y en 2025 el 20%) y en seguir poniendo el foco en la internacionalización (la empresa exporta con regularidad equipos rectificadores e instrumentos de protección catódica a Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia).
Hasta los diez años vivió a orillas del Atlántico, en su parroquia natal de Canido (municipio de Vigo) y a esa edad puso rumbo hacia otras latitudes del mismo océano, en Canadá. En Montreal tiene un poco más lejos que en Canido las aguas atlánticas, pero no los buenos “frutos” del mar, a los que se dedica en la parte gastronómica desde hace 40 años. En 1977, cuando Montreal aún vivía la resaca de sus Juegos Olímpicos (la XXI Olimpiada se celebró en 1976), el vigués Lorenzo Oliveira y su esposa, María da Silva, originaria de Ponte de Lima (Portugal), abrieron en pleno Quartier Latin (Barrio Latino) de la ciudad, en la calle Saint Denis, el Restaurante Casa Galicia. Cuatro décadas después, este emblemático local continúa en el mismo lugar y sigue siendo uno de los grandes referentes de la cocina gallega y española en Norteamérica. Dispone de dos plantas, tiene capacidad para 120 personas y los fines de semana mantiene su cita con los espectáculos de flamenco. En su carta no faltan platos tan característicos como el pulpo a la gallega, las vieiras, las almejas a la marinera o la parrillada de mariscos, ni tampoco buenos vinos Albariño y Valdeorras. El 80% de su clientela son canadienses y el 20% restante turistas estadounidenses y europeos.
La comarca de Verín, que ha estado representada en el fútbol profesional por jugadores de la talla de Cabido, Avelino Chaves, Zurria, Martín Esperanza y los hermanos Cid, entre otros nombres ilustres de este deporte, tiene también su embajador en el complicado mundo de los agentes de futbolistas. Rodrigo Fernández Lovelle, agente FIFA desde el año 2000, se convirtió el pasado verano en uno de los representantes más mediáticos del fútbol español, al mediar en el traspaso del delantero coruñés Lucas Pérez del Deportivo al Arsenal de la Premier League. Esa operación se cifró en 20 millones de euros. En una agenda con cerca de 70 jugadores, el verinense Rodrigo Fernández Lovelle ya protagonizó otros fichajes sonados, como la experiencia que vive actualmente en el fútbol tailandés y en la Champions asiática el ex defensa central del Celta de Vigo e internacional por Venezuela, Andrés Túñez. Es también el agente de Pablo Amo, ex jugador del Depor y en la actualidad segundo entrenador en la liga de la India; de Juan Carlos (portero del Elche), de Iago Díaz (Almería), de Kike (Rayo Vallecano) y, entre otros, del croata (ex jugador del Real Madrid) Igor Jovicevic, al que acaba de firmar en Eslovenia. El agente FIFA ourensano es licenciado en Empresariales por el Imperial College of London. Antes de constituir su propia empresa y de convertirse en representante de futbolistas, trabajó durante ocho años en la secretaría técnica del Rayo Vallecano. Es hijo de Carmen Lovelle, quien durante su etapa en la política fue alcaldesa de Verín, parlamentaria gallega, senadora y secretaria general de la Agrupación Ruiz Mateos, partido que logró dos escaños en las elecciones europeas de 1989.
“Fun de luna de mel a Caracas á casa da miña cuñada e xa me quedei en Venezuela, onde levo 52 anos. Non viñen por necesidade, pero gustoume o país”. Así resume su cambio de vida Guillermo Pérez Álvarez, originario de Grixó (Ramirás) y personaje muy querido por toda la Hermandad Gallega de Venezuela, colectivo en el que se inició como profesor de karate en 1974. Ha sido uno de los seis fundadores de la Federación Venezolana de Karate y su escuela-gimnasio, de la que han salido más de cien cinturones negros y numerosos representantes del país en competiciones internacionales, es un referente tanto en la alta competición como en la práctica más popular de este deporte. El maestro Guillermo Pérez, cinturón negro 7º Dan, fue durante más de 20 años formador de agentes de la Guardia Nacional, de la Policía Metropolitana y de las tropas de la Armada. En la actualidad, a los 75 años de edad, continúa impartiendo cinco horas diarias de clases -de lunes a sábado- en su gimnasio de Chacao, a más de un centenar de alumnos “desde os máis pequeniños, de 4 anos, ata adultos que superan os 70 anos”, resalta con orgullo. Se define como amante de la naturaleza y del deporte, y en su filosofía de vida están muy presentes valores como la perseverancia, la perfección, el respeto y la autoconfianza. En un mundo dominado por el materialismo y el consumo, asegura que “saber vivir é solo para escollidos”. Su estilo en el karate es el denominado Nihon Koden Shindo Ryu (Casa del Camino a Dios), en el que ejerce como director técnico para Venezuela. Desde hace unos años, cambió su residencia en Caracas por una casa de campo en San Antonio de Los Altos, en la que dedica tiempo al cuidado de palomas, loros, tortugas, gallinas... pero en especial de su perra mastín napolitana de casi 80 kilos de peso. El shihan Guillermo vive con cierta inquietud las actuales restricciones de alimentos en Venezuela: “Falta a graxa para o corpo porque hai carencia dalgúns alimentos. Aínda que hai carne e verduras, hai tempo que non podemos facer postres. E ademais, os que traballamos fóra da casa e non podemos estar horas nas colas, temos que pagar polos produtos na revenda cinco ou seis veces máis cos prezos que marca o Goberno”, explica.
Tres años de formación en París y en Bruselas, para adquirir bagaje internacional y dominio de idiomas, impulsaron y ampliaron el foco laboral de la ourensana Gema Pérez, que acaba de cumplir un año en su nuevo cargo como analista de operaciones corporativas en la sede central de The Bank of New York Mellon, una de las mayores corporaciones bancarias del mundo, con 232 años de historia. Después de finalizar los estudios de Empresariales, abrió la carrera profesional en su propia ciudad, formando parte de la plantilla de dos líderes sectoriales a nivel local, una empresa de programación y hardware, y un centro médico de referencia. Gema Pérez se anticipó a la fuga de talento que aún arrastran Galicia y España desde el inicio de la crisis, y que se agudizó a partir de 2009. En su caso, vive en el exterior desde el año 2005. Durante su estancia en la capital europea forjó su primera vinculación laboral con la multinacional financiera para la que trabaja actualmente, The Bank of New York Mellon. En Bruselas ejerció durante tres años y medio (hasta diciembre de 2012) como experta en acciones corporativas. Ya en Nueva York, se reincorporó a la propia corporación BNY Mellon en agosto del año pasado, como analista de acciones corporativas, después de otra experiencia financiera -de algo más de un año de duración- en uno de los departamentos técnicos de Bloomberg LP, la compañía estadounidense de software financiero, datos y noticias. De su ciclo profesional en la mayor plaza financiera mundial, destaca el cambio de cultura empresarial en contraposición a Europa, en un país en el que “no parece tan importante tener cuantos más títulos universitarios mejor, como realmente mostrar en el trabajo qué es lo que sabes hacer y hásta donde puedes llegar. Se necesita una cierta preparación académica, por supuesto que sí, pero se requieren resultados”. Gema Pérez matiza que un currículum americano nunca se encabeza con los títulos y méritos académicos, sino con los resultados tangibles conseguidos en el trabajo: “La experiencia laboral no se describe en tareas sino en resultados y ésta siempre encabeza el currículum. Los títulos académicos se ponen a continuación”, aclara. Formar parte de una de las corporaciones de liderazgo le permite vivir, en primera persona, la verdadera dimensión de la operativa financiera mundial: “Trabajar en una empresa que ofrece servicios financieros en numerosos mercados le hace a uno consciente del altísimo volumen de transacciones internacionales que se dan en los mercados accionarios”. Y también le posibilita comprobar la permanente evolución del perfil de trader: “Hoy es mucho más importante tener conocimientos informáticos avanzados de lo que lo era hace tan solo diez años”, comenta.
El ingeniero ourensano Fernando Álvarez Lamelas aportó talento, acierto y capacidad de liderazgo en sus más de 50 años de profesión al servicio de una actividad industrial con alto componente de especialización, el sector del refractario. Trabajó para importantes compañías en el norte de España y durante más de 40 años estuvo vinculado a la histórica firma alemana Didier, hasta que propició su colaboración con otro líder sectorial alemán, Karrena. De aquella operación recuerda que “el proceso fue muy complicado, pero totalmente gratificante. Ya solo el recordar esos momentos ha sido una satisfacción. Nunca he dispuesto de capital, solo he tenido buenas ideas y la capacidad para defenderlas y para que las financiasen”. El legado de Álvarez Lamelas es Beroa Technology Group, con sede central en el área de Düsseldorf, pero de capital español. En 2014, Beroa se integró en el grupo Dominion, compañía vinculada a la potente multinacional vasca CIE Automotive y, desde hace unos meses (abril de 2016), empresa cotizada en Bolsa. Dominion factura en torno a 400 millones de euros, está presente en 20 países y ronda los 3.000 empleados. Como relata el propio fundador, a él le queda “la satisfacción de haber conocido a Karrena como la primera del sector en Alemania, de tomar el control cuando era la primera de Europa y de dejarlo cuando indiscutiblemente era uno de los líderes mundiales de la industria del refractario”. En el año 2000 se jubiló en Didier y cinco años más tarde, cumplidos los 70, cedió las funciones ejecutivas en Karrena a un grupo de ejecutivos liderado por uno de sus hijos y en el que continuó como presidente no ejecutivo del consejo de administración del grupo. En marzo de 2013, recién cumplidos los 79 años de edad y con 54 de recorrido profesional (49 de ellos en Didier-Karrena), cerró su oficina profesional en Madrid y habilitó un despacho en su domicilio madrileño, en donde sigue ejerciendo de consultor para la actual Dominion. Fernando Álvarez Lamelas es originario de Xunqueira de Espadañedo (Ourense) e hijo de maestros, que fueron sus únicos profesores hasta la edad de 16 años, a la que se trasladó a Ourense para cursar séptimo de Bachillerato. Es ingeniero industrial por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid.
Tras formarse en la escuela de artes y oficios “12 de Octubre” de la ciudad de As Burgas, Maximino Araújo -ourensano del barrio de O Pino- tuvo su primer trabajo fuera de Ourense en Toledo, con la empresa de construcciones metálicas Luis Suárez. Su primer destino internacional fue Metz (Francia) y el segundo, que aún conserva a día de hoy, la ciudad belga de Amberes, en la que fundó su empresa (Montajes Galicia) en el año 1972, dedicada a la actividad naval. Hace cinco años optó por establecer en Ourense la sede de la sociedad, en esta nueva etapa bajo el nombre de Montajes Bélgica. Factura una media anual de 6 millones de euros, genera algo más de 100 empleos directos, y su mayor carga de trabajo está en el puerto de Amberes, con la reparación (soldadura) y mantenimiento de todo tipo de barcos. Durante cinco décadas, este ourensano ha dado empleo a cientos de trabajadores gallegos, asturianos, andaluces, portugueses... y actualmente a docenas de polacos, ucranianos y rusos. También se ha dedicado al negocio de la automoción, exportando vehículos de alta gama desde Bélgica a Galicia. Tiene pasaporte del cuerpo diplomático de la República del Congo, país en el que ha realizado trabajos con estructuras metálicas, jugó al fútbol en Francia y Bélgica, medió en las primeras contrataciones europeas de Julio Iglesias, comparte zona de residencia con el artista de ascendencia ourensana en la República Dominicana... Y no pasa desapercibido en sus visitas a la provincia y a la comunidad gallega, especialmente por las matrículas que luce en dos de sus coches: “Ourense” y “Maximino”.
Las oportunidades laborales y las transformaciones económicas que ha vivido Australia en el último medio siglo se condensan a la perfección en la trayectoria profesional del gallego José Luis Álvarez Miramontes, que está a punto de cumplir 50 años de residencia en el país. Llegó en 1968, tras una experiencia de tres años en Berna (Suiza). Su primer empleo fue en una plantación de tabaco propiedad de una familia italiana. Después llegó a vivir la fiebre del oro, participando en la perforación de pozos en las minas que comenzaban a ser explotadas por la gran industria, tras el paso de los exploradores y buscadores que habían proliferado desde finales del siglo XIX. También trabajó para la constructora de origen holandés encargada de levantar urbanizaciones de chalets en las más importantes estaciones de esquí de Australia, como Falls Creek, en pleno Parque Nacional Alpino. En la actualidad, reside en el área metropolitana de Molbourne y vive sus últimos años de trabajador activo, como autónomo de la construcción, actividad en la que llegó a tener siete empleados. Luis Álvarez nació en Sada (A Coruña) y está vinculado familiarmente al municipio ourensano de Luintra, en donde residen sus cuñados, que también vivieron en Australia hasta la década de los noventa.
Empresario, asesor, gestor y emprendedor, pero sobre todo filántropo y entusiasta del sector social. La labor de José Aser Castillo Pereira en Portugal está muy relacionada con el petróleo y las energías durante la jornada laboral, y con la protección y la beneficencia durante toda la semana, en su faceta más personal e íntima. El fundador de la empresa Aserpetrol es además presidente de la Sociedad Española de Beneficencia -entidad histórica con sede en Lisboa- y de la Asociación de Empresarios Gallegos desde su constitución, hace 22 años. Aunque nació en la capital portuguesa, es originario del municipio pontevedrés de A Cañiza, en el que conserva casa familiar y al que sigue viajando muchos fines de semana del año y en períodos de vacaciones. Su abuelo Avelino Castillo emigró a Portugal desde A Cañiza y regentó una tienda de comestibles en Avenidas Novas. Los padres de José Aser Castillo cogieron el relevo en el negocio familiar y se jubilaron cuando el protagonista de esta entrevista se graduó como ingeniero químico, en una época en la que los estudios universitarios de los hijos requerían grandes sacrificios y esfuerzos para toda la unidad familiar. El impulsor de la Asociación de Empresarios Gallegos de Portugal (AEGAP) tiene un denso currículum en el sector energético, en el que ejerció como director general comercial de Galp y como consejero delegado y director general de Repsol Portugal. Además, fue consejero del Puerto de Sines y de conocidas empresas del país.
El primero que emigró fue mi abuelo paterno, le siguió mi padre y mi madre por el vínculo matrimonial. Yo nací en Lisboa, pero los lazos con Galicia siempre fueron muy fuertes porque pasaba largas temporadas en la aldea de mis padres, en el Ayuntamiento de A Cañiza.
Después de estudiar en el Instituto Español de Lisboa hice la equivalencia de los estudios para Portugal e ingresé en la Escuela de Ingenieros, en el Instituto Superior Técnico de Lisboa, donde me formé como ingeniero químico industrial.
Cuando volvió a contraer matrimonio en 2009, en su tarjeta de invitación se podía leer “20 años en España, 50 años en Uruguay”. Hoy el reparto es aún más favorable para su país de acogida: 20 años en España, 57 en Uruguay. El empresario hotelero y agropecuario Julio Ríos Serapio emigró desde O Valoiro (Lobios) en 1959: “Fui el menor que emigró de la familia, a los 20 años de edad”, recuerda. Sus padres, su hermana y su hermano también fiaron sus destinos a la emigración de postguerra. Él trabajó de camarero en los primeros años, hasta que el propietario del bar que atendía le ofreció formar sociedad para adquirir un local de hostelería en Montevideo. Y viendo el recorrido del grupo inversor que crearon, acertó de pleno. Su socio, el también gallego -de Pontevedra- Jaime Araújo, posee hoy una de las cien mayores fortunas del país. Ocupa plaza en una selecta lista en la que su nombre figura al lado de las mayores sagas empresariales de Uruguay, de banqueros, de arquitectos, de abogados, de comerciantes y también de futbolistas tan reconocidos como Edinson Cavani, Marcelo Zalayeta, Luis Suárez, Álvaro Recoba, Diego Forlán o Enzo Francescoli. La sociedad formada por Julio Ríos, Jaime Araújo y por un empresario local, bautizada como Rolyr Sociedad Anónima, es propietaria de dos hoteles en Montevideo, el Holiday Inn (de cuatro estrellas y 136 habitaciones) y el Hotel Klee (de tres estrellas y 60 habitaciones), así como de otro establecimiento hotelero en la turística Punta del Este, el Porto Bari, que tienen arrendado a inversores uruguayos. Además, el ourensano Ríos Serapio posee una hacienda agropecuaria en Tacuarembó -capital del departamento agrícola y ganadero por excelencia-, formada por más de 2.000 reses de ganado bovino.
La popularidad lograda por Julio Ríos entre la colectividad gallega de Uruguay es probablemente insuperable. Su cercanía, su buen humor, su don de gentes, su animosidad para emprender proyectos y, sobre todo, para organizar actos sociales, le han convertido en uno de los personajes más admirados entre los socios, descendientes y simpatizantes de instituciones como el Centro Gallego y la Asociación de Empresarios Gallegos de Uruguay. Uno de los ejemplos más contundentes fue su boda, a finales de 2009, con la también empresaria agropecuaria -de Tacuarembó- Mariela Zilli. En la fiesta organizada en el propio Centro Gallego de Montevideo se dieron cita más de 500 invitados.
Julio Ríos emprendió el viaje de la emigración de ultramar en 1959, a la edad de 20 años. Vivió en el país acompañado de sus padres, de una hermana y de un hermano. La familia es originaria de O Valoiro, en el municipio ourensano de Lobios. En cuanto llegó a Montevideo se puso a trabajar en la hostelería, como camarero. Pero enseguida le surgió la oportunidad de dar el paso como empresario. Y acertó en la elección de socios, ya que la sociedad que formó con su patrón, el pontevedrés Jaime Araújo, y con otro camarero del bar en el que trabajaba, perdura a día de hoy y engloba un importante patrimonio en el sector hotelero. Los tres jóvenes se unieron para comprar y transformar el viejo Bar Vaccaro, de Montevideo, en un renovado y cuidado local. Tras este negocio llegaron más, como panaderías y estaciones de servicio, que en muchos casos Julio Ríos adquirió o abrió incorporando como socios a sus propios hermanos.
Mientras, la sociedad de ámbito no familiar, que tiene como razón social Rolyr S.A., continuó creciendo y dio un salto definitivo cuando se introdujo en el sector hotelero. En la actualidad posee el hotel de Montevideo que forma parte de la cadena Holiday Inn, una de las nueve marcas englobadas en el gigante británico IHG (InterContinental Hotels Group), el líder mundial por número de habitaciones, con una oferta global de más de 4.700 hoteles en un centenar de países. El Holiday Inn Montevideo es un cuatro estrellas de 136 habitaciones y siete salones de convenciones. Su actividad genera 70 empleos directos.
El segundo hotel en propiedad es el Klee Internacional, situado muy cerca de la Avenida 18 de julio, la arteria principal de la capital uruguaya. Se trata de un tres estrellas con 60 habitaciones, en el que trabajan 22 personas. Los activos de Rolyr S.A. en el sector hotelero se completan además con una participación accionarial en el Hotel Sheraton Montevideo, un lujoso cinco estrellas con 207 habitaciones y 9 suites. Está situado muy cerca de la zona centro, a 200 metros del club de golf y del paseo marítimo. El edificio forma parte del centro comercial Punta Carretas.
El ourensano José Carlos Varela Lamela conoce el sector de la alimentación desde diferentes vertientes. Llegó a Alemania en el año 1973, tras emigrar desde la comarca de A Limia, y encontró su primer empleo en el servicio de catering de la poderosa aerolínea alemana Lufthansa. Hasta su reciente prejubilación, trabajó casi a pie de pista, en el aeropuerto internacional de Frankfurt. En 1990 apostó por crear su propia empresa de distribución alimentaria, aprovechando la fuerte demanda de productos gallegos y españoles en una amplia zona del país. Para dar vida a este proyecto, al que lleva dedicado ya 26 años, formó sociedad con un compañero de trabajo en Lufthansa, el madrileño Eduardo Algáns Taboada, vinculado familiarmente a la localidad pontevedresa de A Cañiza. Durante más de dos décadas, ambos compaginaron su empleo estable en la aerolínea con la aventura empresarial de expandir Poalva GmbH, una de las firmas de referencia en la distribución de productos gastronómicos españoles en Alemania.
Durante casi cuatro décadas, y tras emigrar desde Xinzo de Limia en 1973, Carlos Varela acumuló jornadas de trabajo en el aeropuerto de Frankfurt, participando en el suministro del catering de la compañía Lufthansa. Su esfuerzo, al igual que el de otros trabajadores gallegos del mayor aeropuerto de Alemania, ha servido para hacer más cómodo y llevadero el viaje de miles de gallegos, de españoles y de usuarios de todas las nacionalidades desde unos de los grandes centros mundiales de conexiones aéreas.
Desde 1990, este emprendedor ourensano añadió una segunda faceta profesional en el país de destino, al convertirse en empresario del sector que mejor domina, el de la distribución alimentaria. Junto con su amigo y compañero de trabajo en el catering de Lufthansa, Eduardo Algáns, constituyó la sociedad Poalva GmbH, convertida desde hace años en una de las mayores empresas de venta de productos gallegos y españoles en un radio que cubre casi 200 kilómetros en torno a la capital financiera de Alemania. Además del área de Frankfurt, las urbes con mayor actividad de la empresa son Heidelberg y Limburgo.
El ex ministro de ascendencia ourensana (municipio de Cortegada de Baños, en la comarca de O Ribeiro) José Manuel Otero Novas es licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, abogado del Estado, e inspector de servicios del Ministerio de Economía y Hacienda. Ha sido letrado asesor, consejero, secretario o incluso presidente de los consejos de administración de numerosas empresas, como Transfesa, Cepsa, Remolcanosa, Elcano, AGF Unión Fénix y Banco Exterior de España. En la actualidad es consejero de Hospital Povisa y del Grupo San José, y presidente del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo, uno de los colectivos más implicados en el estudio de los ciclos políticos y sociales en España. Su currículum incluye la función de árbitro de la Corte Civil y Mercantil de Arbitraje de Madrid. Además, en su faceta de escritor destaca por haber publicado siete libros sobre política y sociedad, el más reciente de ellos, en 2015, “Lo que yo viví. Memorias políticas y reflexiones”, de la Editorial Prensa Ibérica. Durante su trayectoria política, como hombre de confianza del presidente Adolfo Suárez, José Manuel Otero Novas participó activamente en hitos históricos como la Ley para la Reforma Política previa a la Transición (fue miembro del Grupo Tácito), la primera Ley Electoral, la libertad de enseñanza o el Estatuto de Centros Escolares, entre otros. Fue ministro entre los años 1977 y 1980: ministro de Presidencia desde julio de 1977 hasta marzo de 1979 y ministro de Educación desde abril de 1979 hasta septiembre de 1980. Aunque solo ostentó la cartera de Educación durante año y medio, pasará a la historia como el gestor político que creó casi un millón (930.000) puestos escolares públicos en España. Su mandato fue el último con plenos poderes sobre el sistema educativo nacional, ya que tras su paso por el ministerio se produjo la descentralización, con competencias para las comunidades autónomas. Su estreno en la primera línea política se había producido antes de la constitución del Gobierno presidido por Adolfo Suárez, ya que fue elegido por Manuel Fraga para asumir la dirección general de Política Interior, en el primer intento de Transición.
Sí, mi padre era de Cortegada y mi madre de los alrededores de Vigo. Él se fue para Vigo, al igual que muchos otros residentes de la zona. Yo durante toda mi vida hasta que fui universitario, todos los veranos los pasaba en Cortegada. Es decir, que si sumamos los meses de estancia, yo he vivido años en Cortegada. Sigo teniendo mucha vinculación con Galicia y voy muchísimo allí. Estuve hace muy poco en Cortegada, pero también en Vigo y en Lugo, a donde viajo con frecuencia. Y en Baiona tengo casa familiar. Mantengo muchos contactos con Galicia, porque entre otras cosas, mi familia de origen sigue viviendo toda o en Vigo o en los alrededores.
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