Tras formarse en la escuela de artes y oficios “12 de Octubre” de la ciudad de As Burgas, Maximino Araújo -ourensano del barrio de O Pino- tuvo su primer trabajo fuera de Ourense en Toledo, con la empresa de construcciones metálicas Luis Suárez. Su primer destino internacional fue Metz (Francia) y el segundo, que aún conserva a día de hoy, la ciudad belga de Amberes, en la que fundó su empresa (Montajes Galicia) en el año 1972, dedicada a la actividad naval. Hace cinco años optó por establecer en Ourense la sede de la sociedad, en esta nueva etapa bajo el nombre de Montajes Bélgica. Factura una media anual de 6 millones de euros, genera algo más de 100 empleos directos, y su mayor carga de trabajo está en el puerto de Amberes, con la reparación (soldadura) y mantenimiento de todo tipo de barcos. Durante cinco décadas, este ourensano ha dado empleo a cientos de trabajadores gallegos, asturianos, andaluces, portugueses... y actualmente a docenas de polacos, ucranianos y rusos. También se ha dedicado al negocio de la automoción, exportando vehículos de alta gama desde Bélgica a Galicia. Tiene pasaporte del cuerpo diplomático de la República del Congo, país en el que ha realizado trabajos con estructuras metálicas, jugó al fútbol en Francia y Bélgica, medió en las primeras contrataciones europeas de Julio Iglesias, comparte zona de residencia con el artista de ascendencia ourensana en la República Dominicana... Y no pasa desapercibido en sus visitas a la provincia y a la comunidad gallega, especialmente por las matrículas que luce en dos de sus coches: “Ourense” y “Maximino”.
Las oportunidades laborales y las transformaciones económicas que ha vivido Australia en el último medio siglo se condensan a la perfección en la trayectoria profesional del gallego José Luis Álvarez Miramontes, que está a punto de cumplir 50 años de residencia en el país. Llegó en 1968, tras una experiencia de tres años en Berna (Suiza). Su primer empleo fue en una plantación de tabaco propiedad de una familia italiana. Después llegó a vivir la fiebre del oro, participando en la perforación de pozos en las minas que comenzaban a ser explotadas por la gran industria, tras el paso de los exploradores y buscadores que habían proliferado desde finales del siglo XIX. También trabajó para la constructora de origen holandés encargada de levantar urbanizaciones de chalets en las más importantes estaciones de esquí de Australia, como Falls Creek, en pleno Parque Nacional Alpino. En la actualidad, reside en el área metropolitana de Molbourne y vive sus últimos años de trabajador activo, como autónomo de la construcción, actividad en la que llegó a tener siete empleados. Luis Álvarez nació en Sada (A Coruña) y está vinculado familiarmente al municipio ourensano de Luintra, en donde residen sus cuñados, que también vivieron en Australia hasta la década de los noventa.
Empresario, asesor, gestor y emprendedor, pero sobre todo filántropo y entusiasta del sector social. La labor de José Aser Castillo Pereira en Portugal está muy relacionada con el petróleo y las energías durante la jornada laboral, y con la protección y la beneficencia durante toda la semana, en su faceta más personal e íntima. El fundador de la empresa Aserpetrol es además presidente de la Sociedad Española de Beneficencia -entidad histórica con sede en Lisboa- y de la Asociación de Empresarios Gallegos desde su constitución, hace 22 años. Aunque nació en la capital portuguesa, es originario del municipio pontevedrés de A Cañiza, en el que conserva casa familiar y al que sigue viajando muchos fines de semana del año y en períodos de vacaciones. Su abuelo Avelino Castillo emigró a Portugal desde A Cañiza y regentó una tienda de comestibles en Avenidas Novas. Los padres de José Aser Castillo cogieron el relevo en el negocio familiar y se jubilaron cuando el protagonista de esta entrevista se graduó como ingeniero químico, en una época en la que los estudios universitarios de los hijos requerían grandes sacrificios y esfuerzos para toda la unidad familiar. El impulsor de la Asociación de Empresarios Gallegos de Portugal (AEGAP) tiene un denso currículum en el sector energético, en el que ejerció como director general comercial de Galp y como consejero delegado y director general de Repsol Portugal. Además, fue consejero del Puerto de Sines y de conocidas empresas del país.
El primero que emigró fue mi abuelo paterno, le siguió mi padre y mi madre por el vínculo matrimonial. Yo nací en Lisboa, pero los lazos con Galicia siempre fueron muy fuertes porque pasaba largas temporadas en la aldea de mis padres, en el Ayuntamiento de A Cañiza.
Después de estudiar en el Instituto Español de Lisboa hice la equivalencia de los estudios para Portugal e ingresé en la Escuela de Ingenieros, en el Instituto Superior Técnico de Lisboa, donde me formé como ingeniero químico industrial.
Cuando volvió a contraer matrimonio en 2009, en su tarjeta de invitación se podía leer “20 años en España, 50 años en Uruguay”. Hoy el reparto es aún más favorable para su país de acogida: 20 años en España, 57 en Uruguay. El empresario hotelero y agropecuario Julio Ríos Serapio emigró desde O Valoiro (Lobios) en 1959: “Fui el menor que emigró de la familia, a los 20 años de edad”, recuerda. Sus padres, su hermana y su hermano también fiaron sus destinos a la emigración de postguerra. Él trabajó de camarero en los primeros años, hasta que el propietario del bar que atendía le ofreció formar sociedad para adquirir un local de hostelería en Montevideo. Y viendo el recorrido del grupo inversor que crearon, acertó de pleno. Su socio, el también gallego -de Pontevedra- Jaime Araújo, posee hoy una de las cien mayores fortunas del país. Ocupa plaza en una selecta lista en la que su nombre figura al lado de las mayores sagas empresariales de Uruguay, de banqueros, de arquitectos, de abogados, de comerciantes y también de futbolistas tan reconocidos como Edinson Cavani, Marcelo Zalayeta, Luis Suárez, Álvaro Recoba, Diego Forlán o Enzo Francescoli. La sociedad formada por Julio Ríos, Jaime Araújo y por un empresario local, bautizada como Rolyr Sociedad Anónima, es propietaria de dos hoteles en Montevideo, el Holiday Inn (de cuatro estrellas y 136 habitaciones) y el Hotel Klee (de tres estrellas y 60 habitaciones), así como de otro establecimiento hotelero en la turística Punta del Este, el Porto Bari, que tienen arrendado a inversores uruguayos. Además, el ourensano Ríos Serapio posee una hacienda agropecuaria en Tacuarembó -capital del departamento agrícola y ganadero por excelencia-, formada por más de 2.000 reses de ganado bovino.
La popularidad lograda por Julio Ríos entre la colectividad gallega de Uruguay es probablemente insuperable. Su cercanía, su buen humor, su don de gentes, su animosidad para emprender proyectos y, sobre todo, para organizar actos sociales, le han convertido en uno de los personajes más admirados entre los socios, descendientes y simpatizantes de instituciones como el Centro Gallego y la Asociación de Empresarios Gallegos de Uruguay. Uno de los ejemplos más contundentes fue su boda, a finales de 2009, con la también empresaria agropecuaria -de Tacuarembó- Mariela Zilli. En la fiesta organizada en el propio Centro Gallego de Montevideo se dieron cita más de 500 invitados.
Julio Ríos emprendió el viaje de la emigración de ultramar en 1959, a la edad de 20 años. Vivió en el país acompañado de sus padres, de una hermana y de un hermano. La familia es originaria de O Valoiro, en el municipio ourensano de Lobios. En cuanto llegó a Montevideo se puso a trabajar en la hostelería, como camarero. Pero enseguida le surgió la oportunidad de dar el paso como empresario. Y acertó en la elección de socios, ya que la sociedad que formó con su patrón, el pontevedrés Jaime Araújo, y con otro camarero del bar en el que trabajaba, perdura a día de hoy y engloba un importante patrimonio en el sector hotelero. Los tres jóvenes se unieron para comprar y transformar el viejo Bar Vaccaro, de Montevideo, en un renovado y cuidado local. Tras este negocio llegaron más, como panaderías y estaciones de servicio, que en muchos casos Julio Ríos adquirió o abrió incorporando como socios a sus propios hermanos.
Mientras, la sociedad de ámbito no familiar, que tiene como razón social Rolyr S.A., continuó creciendo y dio un salto definitivo cuando se introdujo en el sector hotelero. En la actualidad posee el hotel de Montevideo que forma parte de la cadena Holiday Inn, una de las nueve marcas englobadas en el gigante británico IHG (InterContinental Hotels Group), el líder mundial por número de habitaciones, con una oferta global de más de 4.700 hoteles en un centenar de países. El Holiday Inn Montevideo es un cuatro estrellas de 136 habitaciones y siete salones de convenciones. Su actividad genera 70 empleos directos.
El segundo hotel en propiedad es el Klee Internacional, situado muy cerca de la Avenida 18 de julio, la arteria principal de la capital uruguaya. Se trata de un tres estrellas con 60 habitaciones, en el que trabajan 22 personas. Los activos de Rolyr S.A. en el sector hotelero se completan además con una participación accionarial en el Hotel Sheraton Montevideo, un lujoso cinco estrellas con 207 habitaciones y 9 suites. Está situado muy cerca de la zona centro, a 200 metros del club de golf y del paseo marítimo. El edificio forma parte del centro comercial Punta Carretas.
El ourensano José Carlos Varela Lamela conoce el sector de la alimentación desde diferentes vertientes. Llegó a Alemania en el año 1973, tras emigrar desde la comarca de A Limia, y encontró su primer empleo en el servicio de catering de la poderosa aerolínea alemana Lufthansa. Hasta su reciente prejubilación, trabajó casi a pie de pista, en el aeropuerto internacional de Frankfurt. En 1990 apostó por crear su propia empresa de distribución alimentaria, aprovechando la fuerte demanda de productos gallegos y españoles en una amplia zona del país. Para dar vida a este proyecto, al que lleva dedicado ya 26 años, formó sociedad con un compañero de trabajo en Lufthansa, el madrileño Eduardo Algáns Taboada, vinculado familiarmente a la localidad pontevedresa de A Cañiza. Durante más de dos décadas, ambos compaginaron su empleo estable en la aerolínea con la aventura empresarial de expandir Poalva GmbH, una de las firmas de referencia en la distribución de productos gastronómicos españoles en Alemania.
Durante casi cuatro décadas, y tras emigrar desde Xinzo de Limia en 1973, Carlos Varela acumuló jornadas de trabajo en el aeropuerto de Frankfurt, participando en el suministro del catering de la compañía Lufthansa. Su esfuerzo, al igual que el de otros trabajadores gallegos del mayor aeropuerto de Alemania, ha servido para hacer más cómodo y llevadero el viaje de miles de gallegos, de españoles y de usuarios de todas las nacionalidades desde unos de los grandes centros mundiales de conexiones aéreas.
Desde 1990, este emprendedor ourensano añadió una segunda faceta profesional en el país de destino, al convertirse en empresario del sector que mejor domina, el de la distribución alimentaria. Junto con su amigo y compañero de trabajo en el catering de Lufthansa, Eduardo Algáns, constituyó la sociedad Poalva GmbH, convertida desde hace años en una de las mayores empresas de venta de productos gallegos y españoles en un radio que cubre casi 200 kilómetros en torno a la capital financiera de Alemania. Además del área de Frankfurt, las urbes con mayor actividad de la empresa son Heidelberg y Limburgo.
El ex ministro de ascendencia ourensana (municipio de Cortegada de Baños, en la comarca de O Ribeiro) José Manuel Otero Novas es licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo, abogado del Estado, e inspector de servicios del Ministerio de Economía y Hacienda. Ha sido letrado asesor, consejero, secretario o incluso presidente de los consejos de administración de numerosas empresas, como Transfesa, Cepsa, Remolcanosa, Elcano, AGF Unión Fénix y Banco Exterior de España. En la actualidad es consejero de Hospital Povisa y del Grupo San José, y presidente del Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo, uno de los colectivos más implicados en el estudio de los ciclos políticos y sociales en España. Su currículum incluye la función de árbitro de la Corte Civil y Mercantil de Arbitraje de Madrid. Además, en su faceta de escritor destaca por haber publicado siete libros sobre política y sociedad, el más reciente de ellos, en 2015, “Lo que yo viví. Memorias políticas y reflexiones”, de la Editorial Prensa Ibérica. Durante su trayectoria política, como hombre de confianza del presidente Adolfo Suárez, José Manuel Otero Novas participó activamente en hitos históricos como la Ley para la Reforma Política previa a la Transición (fue miembro del Grupo Tácito), la primera Ley Electoral, la libertad de enseñanza o el Estatuto de Centros Escolares, entre otros. Fue ministro entre los años 1977 y 1980: ministro de Presidencia desde julio de 1977 hasta marzo de 1979 y ministro de Educación desde abril de 1979 hasta septiembre de 1980. Aunque solo ostentó la cartera de Educación durante año y medio, pasará a la historia como el gestor político que creó casi un millón (930.000) puestos escolares públicos en España. Su mandato fue el último con plenos poderes sobre el sistema educativo nacional, ya que tras su paso por el ministerio se produjo la descentralización, con competencias para las comunidades autónomas. Su estreno en la primera línea política se había producido antes de la constitución del Gobierno presidido por Adolfo Suárez, ya que fue elegido por Manuel Fraga para asumir la dirección general de Política Interior, en el primer intento de Transición.
Sí, mi padre era de Cortegada y mi madre de los alrededores de Vigo. Él se fue para Vigo, al igual que muchos otros residentes de la zona. Yo durante toda mi vida hasta que fui universitario, todos los veranos los pasaba en Cortegada. Es decir, que si sumamos los meses de estancia, yo he vivido años en Cortegada. Sigo teniendo mucha vinculación con Galicia y voy muchísimo allí. Estuve hace muy poco en Cortegada, pero también en Vigo y en Lugo, a donde viajo con frecuencia. Y en Baiona tengo casa familiar. Mantengo muchos contactos con Galicia, porque entre otras cosas, mi familia de origen sigue viviendo toda o en Vigo o en los alrededores.
Nació en Lisboa, la ciudad a la que emigraron sus padres desde Covelo (Pontevedra) a la edad de doce años, y ha desarrollado toda su carrera profesional en el sector de la consultoría tecnológica, desde la década de los ochenta, cuando aún se desconocía el gran potencial de este tipo de actividades. Miguel Conde Prieto es ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la Universidad Técnica de Lisboa. En 1997 constituyó Silicon-Consult, dedicada a la prestación de servicios de apoyo a las empresas en todo lo relacionado con las tecnologías y con las comunicaciones. Define su firma, con instalaciones en Lispolis (Polo Tecnológico de Lisboa), como “una alianza de consultores internacionales especializados”, capaz de analizar y evaluar proyectos de la Unión Europea o de identificar focos de negocio en cualquier mercado local, desde el norte de Europa hasta Latinoamérica, Asia o el corazón del continente africano. Entre los trabajos realizados por Silicon-Consult destacan diferentes estudios, planes de viabilidad y evaluaciones en ámbitos como el de la sociedad de la información, las telecomunicaciones, los servicios digitales, la industria eléctrica y electrónica, el sector extractivo y los plásticos y polímeros. Opera especialmente en la Unión Europea, países del Mediterráneo, Oriente Medio, América Latina y regiones septentrionales de África. La firma consultora creada por Miguel Conde Prieto ha elaborado informes estratégicos de planificación de Portugal 2020, estudios sobre parques tecnológicos de Galicia (Tecnópole), Portugal (Azores) y China (Parque Industrial Concordia, de Macao), y análisis de viabilidad científica, tecnológica y económica de proyectos en el sector ambiental, turístico, textil, gráfico... También se ha encargado de interrelacionar parques científicos de la Unión Europa y de Brasil, de cooperar con centros de referencia de Escandinavia y de abrir líneas de colaboración entre España y Portugal en el software libre. Para la industria de la madera portuguesa, ha aportado soluciones para combatir las plagas de nemátodo. Miguel Prieto es miembro de varias de las asociaciones profesionales más importantes de Portugal y de la Unión Europea, como E-Business Support Network, Asociación Portuguesa para el Desarrollo de la Sociedad de la Información y Asociación Nacional de Empresas de las Tecnologías de Información y Electrónica. A nivel asociativo también forma parte de la Asociación de Empresarios Gallegos de Portugal. Acredita más de 30 años de experiencia en la dirección general y en el asesoramiento de empresas TIC y dos décadas en la realización de análisis de mercado de la industria electrónica y eléctrica de la UE y Latinoamérica.
Mis padres han vendido para Lisboa con edades alrededor de los 12 años. Los dos son originarios del mismo ayuntamiento, Covelo, en la provincia de Pontevedra. Yo nací en Lisboa en el año 1949. Esta bella ciudad tiene sido mi principal residencia.
Soy licenciado en Ingeniería de Telecomunicaciones y Electrónica por el Instituto Superior Técnico de la Universidad de Lisboa. Cursé mis estudios en la década de los setenta.
Cuchillería Regina es un icono y un símbolo de tradición en Sevilla. Fue fundada en 1930 por Antonio Álvarez López, originario de Sas de Penelas (municipio de Castro Caldelas, Ourense) e integrante de una saga familiar de grandes artesanos del afilado. Él se afincó en Sevilla, su hermano Perfecto en Córdoba y otro hermano suyo, Rodrigo, en Barcelona. La segunda generación de Regina estuvo representada durante 44 años por José Manuel Basalo Fernández, yerno del fundador y vecino de Souto de Rozabales (municipio de Manzaneda, Ourense). La popularidad de la empresa no se limitó a Sevilla, ni a Andalucía. Durante décadas, los pedidos llegaban desde cualquier punto de la geografía nacional, y en especial desde Madrid, Barcelona, Alicante, Pamplona, San Sebastián, Oviedo... En el arte de esta cuchillería ourensana de Sevilla ha confiado la élite del sector cárnico, desde Sánchez Romero Carvajal (referente de Jabugo) hasta Coren y grupo Sada; conocidos restaurantes y cadenas de hoteles; el sector de la moda; hospitales (afilado de todo tipo de instrumental quirúrgico de corte, como bisturíes y tijeras de cirugía); y hasta los propios fabricantes de cuchillos, como el grupo Arcos, que enviaba a testar sus nuevos productos antes del lanzamiento comercial. Y a nivel particular, vio desfilar entre su clientela a duques, condes, toreros, artistas, intelectuales...
Texto: Javier de Francisco ©
Al empresario ourensano Ángel Sanmamed, originario de Borrán (municipio de Vilar de Barrio) no se le resiste ningún segmento, ni ninguna nueva actividad del sector de la hostelería. Conoce todos los formatos de venta y todos los estilos de local, porque su filosofía empresarial se basa en innovar, en probar lo nuevo y en buscar sensaciones desconocidas para el cliente. Puso en marcha una veintena de locales en el País Vasco, desde quioscos de helados hasta bares, pubs, hamburgueserías, restaurantes y salones recreativos. Desde hace veinte años es el propietario de una de las perlas del turismo rural alavés, el hotel y restaurante Arcos de Quejana, situado en pleno Valle de Ayala, entre Vitoria y Bilbao. Este antiguo palacio del siglo XVII dispone de 16 habitaciones, de un apartamento de 100 metros cuadrados y de un restaurante con capacidad para 450 personas. A pesar del origen ourensano del propietario, la clientela gallega es casi testimonial, frente a una mayoría de turistas catalanes, madrileños y europeos.
La naturaleza de Borrán, en la comarca ourensana de A Limia, impregnó la infancia de Ángel Sanmamed. Y hoy los paisajes verdes continúan muy presentes en su vida, aunque ya no se correspondan con la media montaña del interior de Galicia, sino con la suavidad del valle de Ayala, en Álava. Pero entre ambos paisajes, media un recorrido vital repleto de desafíos e incluso de aventuras.
La crónica de esfuerzo y de éxito en la emigración del empresario ourensano Benigno Álvarez se inició en el año 1963, cuando confió su vida laboral a Panamá, uno de los destinos de ultramar más repetido entre los residentes en la comarca de Carballiño. Partió desde su localidad, Penedo de Xuvencos, en el municipio de Boborás, hasta el puerto de Barcelona para embarcar hacia su nuevo país. Sus primeros empleos ya estuvieron relacionados con el sector en el que desarrolló toda su carrera profesional, el de la fabricación de muebles. Además de tratarse de la actividad polarizada por docenas de empresarios surgidos de la emigración ourensana, para ingresar en el gremio, Benigno Álvarez se benefició de una condición innata, su destreza como ebanista, la profesión que ejercía en Galicia antes de emigrar. Se estableció inicialmente en la Ciudad de Panamá, después se mudó a Antón y finalmente arraigó en Aguadulce, donde lleva 40 años. En 1975 abrió su propia fábrica de muebles, Industrias Álvarez, cuando ya había cumplido una década regentando su primer negocio, Mueblería Ideal. Su grupo llegó a tener 80 empleados (hoy son 25) y a superar el millón de dólares en facturación. Con el cambio de milenio, y en pleno boom del ladrillo en España, se animó a invertir en su tierra. Realizó varias promociones inmobiliarias en Carballiño.
“Llegué a Panamá en una época delicada para el país. Cuando no llevaba ni un año, surgió un nuevo problema con Estados Unidos y hubo ruptura de relaciones. Me tocó vivir toda esa etapa, que fue complicada”, recuerda Benigno Álvarez. La crisis diplomática de los sesenta derivó, en 1968, en un golpe de Estado y en la dictadura militar de finales de la década. Por aquellos años, el ebanista emigrado desde Boborás en compañía de varios vecinos, ya trabajaba como comercial para mueblerías regentadas por otros emigrantes de la comarca de Carballiño que sumaban muchos más trienios que él en el país de acogida y hasta compartía sociedad en su primer negocio, Mueblería Ideal.
En su primera etapa residió en la Ciudad de Panamá, que recuerda a su llegada “como poco más que un pueblo, hace 53 años. Hoy sin embargo es una gran urbe, con una bahía que no tiene nada que envidiar a la de Miami”, asegura. Su segundo destino en el país fue Antón y el tercero, y definitivo, Aguadulce. En 1975 dio el salto de la venta a la fabricación de muebles. Desde los primeros tiempos, Industrias Álvarez se especializó “en el mueble funcional de calidad y durable. Las características de nuestros productos se conocen en toda la República y aún hoy seguimos suministrando a una docena de mueblerías”, explica Benigno Álvarez.
Lo único que ha cambiado en los 41 años de actividad de la fábrica es que las ventas y la distribución ya no se nutren al 100% de la fabricación propia: “A día de hoy lo que producimos puede representar el 40% de lo que vendemos. En los últimos años ha ido subiendo la importación, sobre todo de Asia, por los precios más competitivos y por algunos problemas, como las dificultades para encontrar trabajadores en Panamá”.
Con estos antecedentes, su fábrica adelgazó hasta pasar de una media anual de 70 ó 80 empleados a los actuales 25. Quedaron atrás los ejercicios en los que la facturación sobrepasaba fácilmente el millón de dólares. El mercado tampoco ayuda, por el auge de las importaciones de muebles asiáticos y por la llegada de empresas competidoras de otros países del propio continente americano.
Por el contrario, las exportaciones nunca han sido el objetivo de Industrias Álvarez: “Hubo un momento en el que intentamos llevar nuestros muebles a España, pero vimos que la exportación salía muy cara. No somos una industria tan grande como para vender lejos y, además, la rama del mueble está más avanzada en España que aquí”.
A diferencia de otros empresarios carballiñeses establecidos en Panamá, Benigno Álvarez nunca barajó la posibilidad de dedicarse a la concesión de préstamos o abrir una casa de empeños: “En este país funciona mucho lo de las financieras como extensión de la banca. Pero yo nunca me planteé dedicarme a las finanzas. No se puede ambicionar todo”, señala.
Para diversificar, prefirió realizar inversiones en Galicia: “Hace unos quince años me dediqué al sector de la construcción e hice algunas promociones de edificios en Carballiño. También tengo algunas propiedades en Ourense, que ahora puedo disfrutar más, porque hace ya seis años que dejé la mueblería para pasar a la jubilación”.
Pero la saga de Industrias Álvarez continúa bajo la dirección de su hijo, Benigno Manuel Álvarez Fernández, con el que ya venía compartiendo la gerencia antes del retiro. El representante de la segunda generación de la industria familiar mantiene además una intensa vinculación con la función pública y con el asociacionismo. Hasta noviembre de 2015 ejerció como presidente de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Aguadulce y Natá (dos distritros de Panamá) y en la actualidad es asesor de la junta directiva.
Como objetivo para los próximos años, el fundador de la reconocida fábrica de muebles situada en Aguadulce se conforma con “mantener los actuales niveles de fabricación y ventas. Ojalá se pueda seguir así durante mucho tiempo. La situación del país está más dura que hace unos años. Ha decaído la economía. Venía creciendo al 10%, pero este año no pasará del 5 o del 6%, según las previsiones, y ya se viene diciendo que los ejercicios siguientes serán aún de menor crecimiento”, advierte.
Se define más empresario que creativo y vincula su éxito profesional a la empatía y a saber captar en cada momento los gustos del público, primero en el teatro, después en el cine y ahora en la televisión. El calificativo de emprendedor no hace justicia con Carlos Vasallo Tomé, empresario de origen gallego (Cesuras, A Coruña) y magnate del audiovisual en México y en el mercado latino de Estados Unidos. A los 18 años ya dirigía y producía teatro, a los 21 era propietario de tres teatros en Madrid, a los 26 comenzó a producir cine, antes de los 30 ya había cosechado el éxito por la coproducción de películas como Manaos y Las mujeres de Jeremías. En los años 80 y 90 dio el salto a la distribución con el control de la sociedad Películas Nacionales, la mayor distribuidora mexicana, de la que dependía el 55% del mercado nacional, dominio que también se extendía a la exhibición de cine norteamericano, mediante acuerdos de licencia con Disney y Warners. En 1982 fundó su propia compañía de distribución en Los Angeles, con delegaciones en las grandes urbes del país. Sus empresas llegaron a introducir, en México y en Estados Unidos, más de 5.000 películas dentro del entonces pujante sector del vídeo.
A principios de los noventa, y tras un importante paréntesis, retomó sus inversiones en España al impulsar en sociedad con Enrique Cerezo, actual presidente del Atlético de Madrid, la productora Atrium, con la que llegó a rodar 36 películas muy representativas de la filmoteca nacional (Intruso, El amante bilingüe, Cómo ser mujer y no morir en el intento, Tirano Banderas...).
Desde hace décadas es el mayor propietario de derechos en la gran industria del cine mexicano. Posee más de 3.000 de las 6.500 películas producidas en México entre los años 1930 y 2010. Su librería cuenta con Santa, la primera película sonora filmada en Latinoamérica. En la lista de los mayores propietarios de cine mexicano le siguen, a gran distancia, el multimillonario Carlos Slim, Televisa y el canal Azteca.
Como suministrador de contenidos para televisiones, dispone de los canales Cine Nostalgia y Cine Estelar, el primero en blanco y negro con 2.300 películas listadas, y el segundo con más de 2.000 títulos incorporados. En Estados Unidos, ambos canales superan los 2,5 millones de usuarios.
Hasta hace dos años, su grupo empresarial contaba con otra línea de negocio tradicional, la exhibición de cine. Con Cines Lumière, que vendió en 2013, repartía 260 salas de cine por México, con una cuota de mercado del 7%.
A comienzos de año, Carlos Vasallo fue nombrado presidente y CEO de América CV Network, la compañía propietaria de los canales América TeVé y TeVeo, de gran difusión entre las comunidades hispanas de Estados Unidos, especialmente entre la de origen cubano. Vasallo TV Group, la empresa matriz de Carlos Vasallo, comparte accionariado en América CV Network con el empresario Alejandro Burillo Azcárraga -presidente del grupo Pegaso- y con Mediaset. En esta nueva etapa, los canales de América CV están llamados a convertirse en líderes de la información política entre los estadounidenses de habla hispana. Entre los logros de Carlos Vasallo en el audiovisual mexicano también destacan los de haber sido el mayor proveedor de Televisa y de la plataforma de cable PCTV, con más de 4 millones de suscriptores.
En la entrevista concedida a Galiciaexterior, en una distendida conversación que se prolongó durante casi una hora, en medio de una jornada de reuniones en Madrid, Carlos Vasallo rememora su vinculación familiar con Galicia, sus primeros años en la casa familiar de Trasanquelos (Oza-Cesuras), sus inicios en el teatro, su salto al cine, su día a día gestionando 60 sociedades, sus proyectos actuales como empresario de la televisión en México y Estados Unidos, y también su sueño nostálgico de invertir algún día en Galicia.
Mi madre era de Teixeiro y nuestra casa familiar está en Trasanquelos, Cesuras, que saltó a la fama como el primer ayuntamiento en fusionarse, en coalición con Oza dos Ríos, cuando hablaron de las duplicidades de municipios. A mi padre lo trasladaron a Valencia y por eso mi hermano Javier y yo nacimos en esa ciudad. Mi padre era director de periódicos. Fue director de La Solidaridad y El Jornada, en Valencia, pero regresando siempre o teniendo la casa familiar en Trasanquelos, de donde realmente nos consideramos todos los hermanos, que somos ocho.
Fue director general de la prensa del Movimiento; era periodista, originario de Zamora. Era hijo de un sargento de la Guardia Civil, sargento trompeta tengo entendido, porque no lo conocí. Me pasó al revés que a Zapatero, que conoció a su abuelo. Yo al mío nunca llegué a conocerlo; fue de los primeros que desgraciadamente fenecieron en el campo de batalla, en el frente del Ebro. Mi abuela quedó viuda con tres hijos. Mi padre era el mayor y le ofrecieron una carrera. Lo llevaron al frente con 17 años, pero mi abuela lo rescató por ser huérfano, hijo de soldado fallecido en la guerra, y por lo tanto al ser el primogénito pudo recuperarlo. Entró a estudiar redactor jefe, y de ahí se fue muy joven, con 18 años, a La Coruña, en donde ejerció como redactor jefe de La Voz de Galicia. Y en La Coruña fue donde conoció a mi madre. Yo jamás tuve conciencia de tener casa familiar en otro lugar por el origen de mi padre; ni siquiera en Zamora. Todo se limitó a la casa familiar de los Tomé, que es la de la familia de mi madre. Y siempre nos hemos considerado a todas luces gallegos, porque es el único sitio en donde tenemos las raíces. De hecho en Trasanquelos, en donde está enterrada mi madre soy un afortunado propietario de montes y montañas. Ahí están mis raíces, en el pueblecito lechero de mi bisabuelo, en donde se fabricaba la leche que se expedía en La Coruña.
Sí, así es. Luego por parte de mi padre tengo Alonso, apellido judío, y por parte materna Cruceiro y Ferreiro, así que tengo colección de apellidos gallegos. El nombre de mi padre era Jesús Vasallo Ramos, que fue un periodista muy reconocido en su momento. Fue dirigiendo periódicos por toda España y ahí fuimos naciendo los ocho hijos en distintos destinos, hasta que consiguió llegar a Valladolid. Tengo entendido que en aquel momento ya le ofrecían venir a Madrid; estamos hablando del año 1955 ó 1956, cuando yo era muy chiquito. Pero él, curiosamente, en lugar de preferir ir a Madrid, donde ya le ofrecían ser una figura importante de la única cadena que existía, la Cadena del Movimiento, prefirió el destino de Valladolid. Franco nacionalizó todos los periódicos, menos el ABC, que era monárquico, La Vanguardia, que también era monárquico, y menos otros pocos diarios, entre ellos La Voz de Galicia, que lo dejó libre posiblemente porque él era de Ferrol. Todos los demás pasaron a formar parte de la Cadena del Movimiento, en la que mi padre llegó a ser el gran jefe técnico, aunque siempre había un político arriba o a su lado, como Utrera Molina, el padre de la mujer de Gallardón, o como Alejandro Fernández Sordo y distinguidos miembros de la política del país de la época. Y esa es la historia. En lugar de Madrid, mi padre escogió ir a Valladolid porque su ilusión era ser director del diario Libertad, que era el auténtico “orden” del Movimiento. De esa ciudad era Onésimo Redondo, el fundador de La Falange. Así que mi padre fue director del periódico importante de La Falange Española, cuando tenía a Miguel Delibes con él, curiosamente, que dirigía la Hoja del Lunes. Y esa es la historia.
No, que va, él toda la vida permaneció en España, al igual que mis hermanos, que son muchos. Ellos fueron universitarios y son gente muy preparada. Uno acaba de jubilarse y le han dado hace muy poco la vieira de honor como presidente de Walt Disney en España. Otro es Ignacio Vasallo, que fue muchos años director del Inprotur (actualmente Turespaña). Otro trabajó en IBM y está jubilado. Jorge es el actual presidente de inversiones del Arcano Group, un banco de inversiones muy importante. Y en mitad de estos cinco grandes, digamos, estoy yo, que soy atípico, porque a los 14 años me fui de casa. Tengo 65 y llevo 51 años trabajando en el mundo del espectáculo, que se dice rápido. A veces hasta yo mismo me asusto.
Los Domínguez es mucho más que una empresa de distribución de licores en Uruguay. Con 45 años de historia, con más de 6.000 referencias de productos y con un volumen de ventas que supera los 30 millones de dólares al año (27 millones de euros), se ha convertido en el gran referente de la importación de bebidas y del sector delicatessen y gourmet en el país. La tienda bandera sigue fiel a su ubicación original, en la mítica confluencia de las calles Paraguay y Colonia, en pleno Mercado de los Artesanos, núcleo del Montevideo más turístico. Es el mismo local en el que los padres de Celso y de Jesús Domínguez Villarino, impulsores y copropietarios del grupo Los Domínguez, regentaron el Bar Madrid durante su sacrificada vida en Uruguay tras emigrar desde Pereira, en el municipio ourensano de Bande. Este local está considerado como el de mayor rentabilidad económica (relación entre ingresos y metros cuadrados de superficie) en todo el sector del comercio en Uruguay. La sociedad Los Domínguez agrupa actualmente dos tiendas de licores, una importadora y manejo en zona franca para la distribución a free shops. Además, Celso Domínguez y su hijo Alejandro han creado un segundo grupo empresarial, Iberpark, una cadena de tiendas de conveniencia con ocho locales, con presencia en los centros comerciales más importantes del país y con ventas superiores a 15 millones de dólares (13,5 millones de euros).
La familia Domínguez, originaria de Pereira, localidad muy cercana a Bande (Ourense), compartió con muchos vecinos de A Baixa Limia y de otras comarcas de la provincia de Ourense el destino uruguayo de la emigración en la España de la posguerra. Los primeros en establecerse en Montevideo fueron los hermanos Jesús y Domingo Domínguez, tíos de los fundadores de la compañía de licores y de artículos gourmet. El hermano mayor emigró antes del estallido de la Guerra Civil española y desde allí reclamó a varios familiares, entre ellos al padre de los dos empresarios, Celso Domínguez.
La hostelería fue el medio de vida de la familia en el nuevo país. Celso Domínguez Villarino, gerente de Los Domínguez, relata que “nuestra historia refleja la clásica emigración uruguaya, en la que entre tres o cuatro socios armaban un bar y cuando podían se independizaban, abriendo otro pero siendo ya los únicos propietarios. Mis padres trabajaban muchas horas, más de 16, y aún así no pudieron independizarse hasta que los hijos cumplimos los 18 años. Yo, que llegué a Uruguay con 4 años, a la edad de 13 estudiaba y a la vez trabajaba doce horas en el bar, para ayudar en todo lo que podía”.
Recuerda que antes de independizarse y de cosechar el éxito como propietarios del Bar Madrid, en donde hoy está la tienda de referencia de Los Domínguez, sus padres acumularon largas jornadas de trabajo en otros locales de la ciudad, como el Bar Bonn y el Bar Los Andes: “En aquella época era muy común que los emigrantes compraran negocios y que los vendieran en unos pocos años. Los compraban cuando estaban a la baja, para revalorizarlos, y los vendían cuando tenían rentabilidad alta. Era como en la Bolsa. Después de una venta, pasaban dos o tres meses descansando y buscando otro negocio”, explica Celso Domínguez.
Sin embargo, la segunda generación cambió la forma de dirigir. En 1968, tras el fallecimiento de su padre y cuando el Bar Madrid estaba en pleno auge, Celso y su hermano Jesús optaron por “un cambio radical”. Cerraron el bar y apostaron por la importadora de licores. El acierto fue pleno, porque después de muchos años de cupo cerrado para las importaciones de bebidas, el Gobierno suprimió esas restricciones. Y así fue como las estanterías del emblemático local de la esquina de Paraguay con Colonia se fueron llenando con buenos whiskyes escoceses, Champagne francés y vinos argentinos.
Hoy la mayor licorería tradicional de Uruguay, que cuenta con un segundo local -también en Montevideo- en un centro comercial, continúa importando bebidas, pero dispone además de un extenso catálogo de productos delicatessen, desde aceite de oliva, conservas, bombones, chocolates y turrón hasta estuches, lotes variados y todo tipo de complementos para el vino.
Celso Domínguez precisa que las proporciones actuales de venta son “un 40% de whisky, un 40% de vinos -más de mil marcas de 150 bodegas de todo el mundo- y un 20% con el resto de productos. Sin embargo, hace años las ventas de whisky representaban el 80% de los ingresos”, asegura. En el segmento de esta bebida, más del 95% de las importaciones que realiza la empresa son marcas escocesas.
La aventura profesional del ourensano Julio Barreiro Vázquez -nacido en Lameiriño, municipio de Ramirás- en la acogedora ciudad de Newark, uno de los grandes focos de la emigración ourensana y gallega en la costa este de Estados Unidos, tuvo su punto de inflexión en el año 1985. Hasta entonces, y desde 1974, Pulaski Auto Body fue su centro de trabajo como chapista. Pero once años después de su ingreso en la empresa, le surgió la oportunidad de convertirse en empresario y de mantener la propiedad gallega de este conocido taller de New Jersey, traspasado por Manuel Zamuz, originario de San Clodio (Ribas de Sil, provincia de Lugo). La empresa, que tiene 14 empleados y factura 1,8 millones de dólares al año, lleva operando desde 1989 como taller de confianza de la City of Newark para la reparación de todos los vehículos oficiales de Policía, Bomberos y de los departamentos de Agua y Saneamiento. Desde hace un año también mantiene un contrato con la Autoridad Portuaria (Port Authority) de New York y New Jersey para sus flotas de vehículos. El sector público representa el 60% de la cartera de clientes. De media, realiza 26 reparaciones de vehículos al mes. Con cuatro décadas de acreditada trayectoria, Pulaski Auto Body se encuentra en plena fase de inversiones, consistente en la ampliación del taller y en la instalación de un nuevo banco de chasis y de dos máquinas adicionales para el mezclado de pintura.
Los contratos que mantiene con entidades y organismos como City of Newark (Ayuntamiento de Newark), Homeland Security (Seguridad Nacional) y Port Authority of New York and New Jersey (Autoridad Portuaria) le confieren singularidad y categoría a la empresa de origen gallego Pulaski Auto Body, en un país en el que las homologaciones y los requisitos para trabajar para las Administraciones alcanzan el grado de máxima complicación y exigencia.
El contrato con City of Newark se remonta al año 1989 y abarca la reparación de todos los vehículos de los departamentos de Policía, Bomberos, Agua y Saneamiento. Julio Barreiro, propietario y gerente del taller gallego de referencia en Newark y su entorno, explica que “nos encargamos de reparar en nuestras instalaciones todos los vehículos de la ciudad; coches de patrulla, camuflados y también los de los departamentos de fuego, agua y sanidad. En el caso de la Autoridad Portuaria, ya hace un año que firmamos el contrato y venimos reparando una media de aproximadamente cuatro vehículos al mes”.
Solo con conocer el volumen de inversiones que ha movido en los dos últimos años (2014 y 2015), por un importe superior a los 7 millones de dólares, o la dimensión de su red de distribución (tiene 18.000 puntos de venta en el país), ya tenemos una idea del liderazgo y de la consolidación lograda en Uruguay por el grupo Durulte. La compañía es de origen gallego. Fue fundada en 1971 por el empresario pontevedrés Manuel Rosende Montero, emigrado desde Vila de Cruces, en la comarca de Lalín, en el año 1955. Tras su fallecimiento en octubre de 2014, la dirección del grupo empresarial está a cargo de su hermana Eva Rosende. La facturación anual supera los 30 millones de dólares, como referente en productos locales de fuerte implantación como alfajores, budines, pan dulce, obleas y zafra navideña. Su actividad genera más de 400 empleos. Las recientes inversiones han permitido incorporar nuevas líneas de producción, construir un centro logístico de 5.000 metros cuadrados para albergar el producto terminado e instalar una planta fotovoltaica de 2.200 paneles destinada al autoabastecimiento y con capacidad de generar 500 kilovatios; se trata de la instalación de autoconsumo energético más grande de Uruguay.
La compañía Durulte y su marca universal Portezuelo dan nombre al mayor productor de alfajores en Sudamérica y a un producto que se ha convertido en un icono para muchas generaciones de uruguayos. Este líder sectorial de arraigada tradición es el proyecto empresarial del gallego Manuel Rosende, quien en 2013 describía para Ourensemigrante.es su plan de negocio: “Somos una industria de alimentos que a la vez cuenta con una empresa distribuidora, una de las más importantes del país. En su fase de producción, fabrica alfajores, budines, mini budines, bocados y bombones, galletitas dulces, obleas rellenas, variedades de panificados para la zafra navideña con pan dulce, pan relleno (con chocolate y con dulce de leche) y pan granizado (con chispas de chocolate) . Y como empresa distribuidora atendemos una importante cantidad de puntos de venta con nuestros productos propios o bien representando e importando otros que hemos incorporado al negocio de la distribuidora. Los clientes son cadenas de supermercados de distinto porte, autoservicios, almacenes, quioscos y salones, cantinas, mini shops en el llamado canal petróleo y todo tipo de comercio en general donde alguno de los productos fabricados o representados puede ser comercializado; esto es a nivel de todo el país, con una visita de al menos una vez a la semana por punto de venta”.
Antes de apostar por el sector industrial, Manuel Rosende trabajó en la panadería que regentaban sus padres en Montevideo. En el negocio familiar descubrió, a través de la demanda de sus clientes, el potencial que tendría la producción industrial de alfajores. Y acertó con un modelo de negocio basado en la diversificación de producto, en la distribución a gran escala y en el marketing. Otro éxito se basó en saber gestionar y combinar dos tipos de producciones diferentes: la propia, para comercializar de forma directa; y la subcontratada, para multinacionales de la talla de Pepsico Snacks, Kraft Foods, Nestlé, Bimbo, Arcor, Cadbury, Green Lake y Leader Price, para todas ellas como fabricante auditado.
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