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MARINA MUÑOZ FERNÁNDEZ - ARAGÓN

Cabo primero del Ejército del Aire, a punto de finalizar 25 años de carrera militar

Cuando hoy con mi edad y con tantas experiencias a mis espaldas lo pienso, es cuando realmente me doy cuenta del peligro al que nos exponíamos cada día

Texto: Javier de Francisco ©

Todo comenzó como un pacto entre amigas, como uno de esos retos de madrugada y ocio que  sólo se cumplen cuando la personalidad y el compromiso definen el estilo de vida de los protagonistas. “Mi amiga Leti quería ser piloto. Yo, debido a un `sujétame el cubata´ decido irme con ella con la condición de escoger exclusivamente destinos paracaidistas. Yo nunca había practicado paracaidismo, pero me parecía algo totalmente espectacular. Es increíble tener clarísimo que algo que no conoces te va a apasionar… Y así fue”, recuerda la ourensana -del barrio de O Couto- Marina Muñoz, cabo primero del Ejército del Aire que en julio de 2025 cerrará una brillante carrera militar de 25 años, con numerosas operaciones en países en conflicto. Entre ellas, reconoce que “Afganistán me llegó al corazón y Afganistán me rompió el corazón. Allí aprendí que el valor de la vida no es el mismo para todos. Aprendí a agradecer y a compartir”. Y el mismo sentimiento de solidaridad, afecto, cariño y empatía surgen cuando narra “el vuelo más especial” de los varios que hizo en auxilio de la población de Ucrania, en esa ocasión para trasladar a España a niños a los que el destino les situó dos pesadas guerras encima de sus vidas: la del conflicto con Rusia y la batalla del cáncer. Pero del destino en Afganistán tampoco olvidará la tensión y el riesgo: “Cuando hoy con mi edad y con tantas experiencias a mis espaldas lo pienso, es cuando realmente me doy cuenta del peligro al que nos exponíamos cada día, incluso para las acciones más cotidianas. Afganistán era el país más minado del mundo; no podías salirte de lo que estaba asfaltado”, rememora.

Marina Muñoz se formó en Zaragoza en la ETESDA (Escuela de Técnicas de Seguridad, Defensa y Apoyo del Ejercitó del Aire), en la que ingresó con apenas 20 años. Formó parte durante 18 años del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA), unidad con la que fue de las primeras profesionales en actuar en situaciones de máxima emergencia como el Prestige o los atentados de Atocha. Desde 2018 forma parte de la tripulación del Ala 31, unidad de transporte aéreo con la que puso rumbo a Alemania para traer respiradores en la irrupción de la pandemia, a Turquía tras los terremotos, a los incendios más devastadores y a docenas de misiones como soporte de carga y logística para la UME. Este año su Navidad será muy familiar, en Ourense, a diferencia de las muchas que ha vivido a miles de kilómetros de casa. Y en unos días ya hará de nuevo la maleta. Su Fin de Año y Reyes transcurrirán en Valencia, para ayudar a los afectados por la DANA. En 2025 le espera otro giro en su vida, en el que cambiará su actual residencia en Zaragoza por el regreso a Ourense para planificar otro ilusionante futuro.

Su primera misión. Aviano, Italia. 2002 Apoyo de la Fuerza de Estabilización (SFOR) desplegada en Bosnia y Herzegovina

 

En julio finalizarás un ciclo de 25 años en el Ejército del Aire. ¿Comienzas a sentir un poco de vértigo por dejar atrás tantos años de entrega a los demás y por el cambio que te espera?

No sé si la palabra seria “vértigo” pero reconozco que al pensarlo siento un nerviosismo atroz y se me acelera el corazón. Es verdad que me entristece abandonar el Ejército, ya que es un estilo de vida único y me ha llevado a vivir momentos inolvidables, y por supuesto, dejar de ver cada día a esos compañeros que un día se convirtieron en hermanos en unas situaciones difíciles. Pero he de reconocer que ese nerviosismo también es debido a volver a casa, a dejar de hacer maletas cada dos días, a poder ver a mi familia y amigos siempre que quiera, siempre que lo necesiten o siempre que lo necesite.

Kosovo 2003 (KFOR)

Has participado en muchas misiones especiales, algunas en países en guerra. Cuando entraste en la ETESDA (Escuela de Técnicas de Seguridad, Defensa y Apoyo del Ejército del Aire) en Zaragoza con apenas 20 años, ¿esperabas que el nivel de exigencia y riesgo sería tan alto?

La verdad es que no tenía conocimiento alguno sobre el Ejército, la vida militar ni nada parecido. Fue simplemente una aventura, una locura, algo que no te paras a pensar, pero eso sí, si me metía en el Ejército era para hacer algo totalmente diferente y único. Es verdad que no tenía conocimiento alguno sobre esa vida, pero desde el minuto uno tuve claro que solamente pediría plazas en las que pudiera saltar en paracaídas… Desde luego no tenía ni idea de donde me metía… Seguramente si llego a saber cómo eran ese tipo de unidades, nunca lo habría hecho.

 

En 2002 fuiste la primera y única mujer del destacamento KAIA en el aeropuerto de Kabul. Y no sólo del Ejército español, sino de todos los países que participaron en la misión. Con sólo 22 años, ¿qué sensaciones tuviste en ese momento, en un destino tan peligroso y con un cambio cultural tan grande?

Era muy joven y ello lleva consigo la inconsciencia y la ignorancia. Cuando hoy con mi edad y con tantas experiencias a mis espaldas lo pienso, es cuando realmente me doy cuenta del peligro al que nos exponíamos cada día, incluso para las acciones más cotidianas. Afganistán era el país más minado del mundo. No podías salirte de lo que estaba asfaltado; cada hora se explotaban las minas que se iban encontrando. Por la noche podías ver en primera fila los combates cruzados entre montañas. Las noches en el refugio se hicieron costumbre.

Escolta a Herat, Afganistán 2006

¿Se necesita una personalidad muy fuerte y mucho carácter para cambiar, en plena juventud, la diversión y el ocio por la vida militar?

Sinceramente así lo creo. Personalidad fuerte y que algo te llegue muy dentro, como para que te guste, te apasione... Cuando conectas, se convierte en una forma de vida. También tengo que decir que cuando me veía en una situación apretada, muchas veces me preguntaba ¿pero qué hago yo aquí? ¿Qué estarán haciendo mis amigos? ¿Qué pensarían si me vieran ahora mismo? Al principio fue una gran aventura.

Qala e Naw , Afganistán 2010

Sueles decir que Afganistán cambió tu vida. ¿En qué sentido? ¿Te marcó especialmente el sufrimiento de la población local?

Kabul, Bagram, Mazar e Sharif, Herat, Kandahar, Qala e Naw…Afganistán me llegó al corazón y Afganistán me rompió el corazón. Allí aprendí que el valor de la vida no es el mismo para todos. Aprendí a agradecer y a compartir. Me di cuenta de la suerte que tenía al haber nacido en España. Conocí a fondo la vida de muchos de sus habitantes, tuve la oportunidad de pasear por muchas de sus calles y me empapé de ese país. Llegué en una época en la que bajar de un coche sin burka, vestida de militar y armada, era un auténtico espectáculo. Alrededor mía se formaban círculos de decenas de hombres; la policía les echaba y una vez hecho esto, ellos se quedaban allí, quietos, mirándome. De no ser por Afganistán, no me habría quedado como militar más que tres años, la duración del primer contrato.

Preparación salto apertura automática 2005

¿Siempre tuviste clara tu preferencia por el Ejército del Aire? ¿Ya habías practicado paracaidismo antes de entrar en la ETESDA?

Lo de escoger el Ejército del Aire lo hace Leti, mi amiga. Ella quería ser piloto. Yo, debido a un “sujétame el cubata” decido irme con ella con la condición de escoger exclusivamente destinos paracaidistas. Nunca había practicado paracaidismo pero me parecía algo totalmente espectacular. Es increíble tener clarísimo que algo que no conoces te va a apasionar… Y así fue.

 Entrenamiento tiro

En 2022 has vivido de cerca la guerra de Ucrania. ¿En qué consistió allí tu trabajo? ¿Es un conflicto muy diferente a otros en los que has estado?

En el conflicto ucraniano hemos realizado diferentes misiones. En lo personal realicé varios vuelos como supervisora de carga. Volábamos a Polonia a una base americana muy cercana a la frontera con Ucrania. Transportamos diferentes clases de armamento. Hubo un vuelo diferente, de esos que te marcan y te hacen una vez más sentirte orgullosa de ser militar. Llenamos el avión de niños ucranianos y algunos familiares. Estos niños estaban librando dos batallas, la ucraniana y la del cáncer. Se subieron al avión cabizbajos, tristes, con una mirada de desconfianza que se te clavaba. Era la época del Covid, con lo que llevaban mascarilla y aún así sus ojos decían tanto… Recuerdo que pensé que iba a ser un vuelo muy duro. Mientras subían al avión, nosotros confeccionábamos la carga (colocábamos sus maletas sobre un pallet de aerotransporte). Creo recordar que colocamos unas 15 bolsas. Bolsas, no maletas. Eran unos 80 pasajeros y eso era todo lo que se llevaban. Estas cosas te hacen reflexionar. El vuelo, poco a poco, se fue haciendo más amigable. Paseos a la cabina de vuelo con los niños, juegos, chocolate y terminamos llenando el avión de risas y de complicidad. Aterrizamos y antes de bajar, los niños me buscaban para despedirse; alguna madre me abrazó y una de las niñas me regaló un dibujo, un dibujo que era yo. España había dado una primera impresión fantástica y yo realmente sentía que lo habíamos hecho bien. Éstos son los regalos que obtienes al ser militar.

Escolta Sahel 2018

La aportación de los militares se visibiliza mucho en catástrofes como la causada por la DANA en Valencia. ¿A lo largo de tu trayectoria en el Ejército has participado en misiones de este tipo, debidas a algún tipo de desastre?

Empezaré explicando que estuve destinada en el EADA (Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo) durante 18 años. Ésta es una unidad paracaidista ubicada en Zaragoza. Ahora mismo llevo algo más de 6 años destinada en el Ala 31 como tripulante del A400 M (avión de transporte). Antes de existir la UME (Unidad Militar de Emergencias), cuando ocurría una catástrofe, el EADA era una de esas unidades a la que se le pedía ayuda con máxima celeridad. Así lo viví durante el desastre del Prestige, cuando fuimos los primeros en acudir a limpiar nuestras playas. Después continuaron otros compañeros del Ejército. El 11 de marzo de 2004 ocurrió el atentado de Atocha. Nuevamente se nos llamó y fuimos los primeros, en la que sería nombrada como operación Romeo Mike, para la custodia y vigilancia de las vías del AVE. Tras nosotros, como siempre, cientos de compañeros continuaron la labor. Durante el Covid, ya destinada en el Ala 31, participé en un vuelo a Alemania para traer respiradores. Y también en los incendios, en desastres como el terremoto de Turquía… Somos muchas veces el transporte para la UME. Es importante decir que es admirable como cuando pasa cualquier desastre o desgracia, TODOS -en mayúsculas- los militares se presentan voluntarios y piden a gritos poder ir a ayudar en el minuto uno.

Salto apertura manual 2011

Y sin embargo, ¿por qué no se hace tan visible y muchas veces se valora menos el trabajo táctico y especializado del Ejército, como el que hacéis los destacamentos destinados fuera de nuestras fronteras?

Desconozco los motivos, pero es verdad que la población no conoce lo que hacemos en las misiones en el extranjero y estoy segura de que si se contara nuestra labor, mucha de la gente que dice “no gustarle el Ejército” cambiaría su opinión. Es tan grande la falta de información y el desconocimiento, que los propios militares no tenemos ni idea de las operaciones que realizan nuestros propios compañeros.

Llegada niños y familias de Ucrania

Y ahora que se acerca el final de tu carrera militar, ¿qué crees que ha merecido más la pena de tus dos décadas en el Ejército?

¿Que qué ha merecido más la pena? Si volviera a nacer volvería a elegir ser militar. Una profesión dedicada principalmente a los demás, que me ha llevado a poder conocer unos países que, reconociendo que son peligrosos, de ningún otro modo habría podido conocer. Desde luego, puedo decir totalmente convencida que ha sido la gran aventura de mi vida. Han sido 25 años cambiando escenarios, aprendiendo cosas nuevas continuamente y conociendo a personas de todo el mundo. Pocos trabajos pueden presumir de ser así.

Antes de salto Apertura manual 

Nunca has perdido la conexión con Galicia, y en especial con tu querida localidad de Melias (Pereiro de Aguiar, Ourense). ¿Tus planes de futuro pasan por establecerte allí de nuevo?

Yo soy nacida en Ourense y del barrio del Couto toda mi vida. Mi madre y su familia son de Melias y desde pequeñita adoraba ir a mi pueblo a ver a mi abuelo y a mis tíos. Explorar los montes y perderme en los alrededores. En 2003 surgió la posibilidad de comprar la casa que estaba pegada pared con pared con la de mi abuelo, el “Tuturunairo” y no dudé en comprarla. Poco a poco, con el dinero de las misiones, créditos y demás fui construyendo mi casa. La fui llenando de recuerdos traídos de todas partes del mundo y ahora puedo decir que es mi hogar. Me siento feliz en mi casa, me siento feliz en el campo de la fiesta con los ya conocidos y con los que voy conociendo, ya que mi profesión me enseñó que hay que conocer a la gente, entenderla y hablar y hablar.

Lanzando paracaidistas modalidad automática  desde Aviocar 2011

Por último, ¿en qué país y misión estás actualmente? ¿Tendrás oportunidad de pasar la Navidad con tu familia en Ourense o estás ahora mismo en un destino largo?

Ahora mismo estoy respondiendo a tus preguntas mientras vuelo desde Irak hacia Turquía, haciendo el relevo de las tropas de Baghdad, Al Assad y Erbil. Y la Nochebuena… Sí, en casa. Cuando has pasado estas fechas en lugares tan lejanos y tan inhóspitos, es cuando te das cuenta del valor que tienen realmente. Espero que esta última nota le de a los lectores para pensar en lo que supondría para ellos pasar estas fechas lejos de su familia en lugares como Iraq, Líbano…sin mamá, sin sus hijos… ¡Así que démosle su reconocimiento a nuestras Fuerzas Armadas! Estaré en casa en Navidad, pero me iré a pasar el fin de año a la zona afectada por la DANA. Iré a Valencia a echar una mano del 29 de diciembre al 5 de enero.

12 de octubre en Senegal 2019

Ala 31. Hércules 130 2019

Marina justo en el momento en el que está respondiendo las preguntas de nuestra entrevista a bordo del avión militar A400 en pleno vuelo desde Irak a Turquía para el relevo de las tropas de Baghdad, Al Assad y Erbil.

 

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